Camino, film poster (Photo credit: Wikipedia)
Hace un par de días vi el drama de Camino, una adorable y enérgica niña de 11 años a la que le diagnostican cáncer, algo ya tristísimo de por sí pero que esta película lleva a extremos casi sádicos.
Esta película no trata sobre el enfrentamiento por una joven y su familia de una enfermedad tan dura como el cáncer. Esto casi sirve de excusa para demostrar hasta dónde llega la manipulación de una institución y la total entrega de personas que llegan a convertirse en simples cuerpos desprovistos de total sentido común. No me atrevo a decir que la enfermedad de Camino es casi anecdótica en la película porque el deterioro de la niña es impactante, más incluso si la actriz que la interpreta –Nerea Camacho- tiene una cara tan angelical y dulce y unos ojos que derrochan vida.
Decir que Camino es un drama es quedarse muy corto. Mientras la veía, sentí miedo, incredulidad, rabia y pena. En muy pocas ocasiones sonreí, cosa que hacía con las ocurrencias de Camino y su desvergonzada amiga Begoña –Claudia Otero-. Aunque la película me ha gustado bastante, creo que Javier Fesser se ha pasado muchísimo con ciertas cosas. Una de ellas es casi recrearse en el sufrimiento y la soledad de Camino a través de sueños tétricos, como si no fuera suficiente su realidad, con una madre –Carme Elías- que ahogaba sin piedad -pero con una inquietante dulzura- sus ilusiones casi antes de que éstas nacieran. Otra de las cosas que considero innecesaria son las escenas tan explícitas de las operaciones. No creo que haya sido esenciales mostrarlas para seguir el desarrollo de la película. Aunque esto se queda en nada si hablamos del padre –Mariano Venancio- y de cómo le dan un trágico final cuando iba a hacer inmensamente feliz a su pequeña. Esta muerte me parece lo más prescindible y horrible de toda la película y lo único que pude pensar en ese momento fue “¿por qué?”. Ni siquiera de eso sacaron otra trama, ¿no bastaba ya con la horrible muerte de Camino? ¿Con el tratamiento casi jubiloso de la enfermedad por parte de su madre y hermana?
Lo que sí le reconozco a Javier Fesser o, más bien, a Carme Elías es que en su interpretación de Gloria es un personaje que, al menos en mí, despierta más pena que odio, que al fin y al cabo es lo que dan aquellas personas a las que algo o alguien ha conseguido cegar hasta extremos como el que presenta la película, en el que ella llega a afirmar que “da las gracias a Dios por la enfermedad de su hija”.
Desde luego, Fesser ha hecho que Camino sea una película que no se vea, sino que se sufra.