Cuando le pedí a un amigo su opinión sobre La Voz Dormida, me dijo: “te vas a hartar de llorar”. Dicho y hecho. Antes de que la película llevase un minuto, ya me caían las primeras lágrimas.
Si ahora me pidiesen a mí que valorase esta película con una palabra, no tendría más remedio que guardar silencio. No creo que exista palabra alguna que describa lo que ese largometraje cuenta de la mano de grandísimas actrices y de un director a la altura, como es Benito Zambrano.
El telón de fondo es la posguerra civil española, con una sociedad desconfiada, asustada, silenciosa. Igual que Pepita Rodríguez, una joven cordobesa que acude a la prisión donde está encerrada su hermana Tensi, embarazada de un comunista y acusada de “adhesión a la rebelión”. La película narra la vida e historia de estas dos jóvenes, que a través de dos verjas logran desafiar a todo un régimen, además de compartir confidencias y, sobre todo, mucho amor.
En un momento dado de la película, Tensi dice que esa guerra no debería haber sucedido, ni todo lo que vino después. Desde mi punto de vista e independientemente de mi ideología, creo que ninguna guerra pasada, presente o futura debería haber sucedido nunca. Pero como la cruda realidad es otra, desafortunadamente, no nos queda más que asumir el pasado. En este caso, nuestro pasado como españoles. Esta película, que recoge casos reales de gente anónima, es una buena muestra del daño que hace el fanatismo, los extremos y la naturaleza humana de querer siempre subyugar a los otros.
La Voz Dormida está contada desde un punto de vista, pero un punto de vista real, como dice la actriz Inma Cuesta, que da vida a Tensi Rodríguez. Es una historia verídica, una historia que todos deberíamos conocer para evitar en lo posible los grandísimos errores que se cometieron en un pasado no muy lejano. Fueron muchísimas las personas que, incluso sin entender siquiera de política ni queriendo hacerlo, fueron asesinadas a sangre fría, sin saber de qué se las acusaba.
Es horrible ver cómo un mismo pueblo se enfrenta de manera tan cruel por no ser capaces de respetarse los unos a los otros. Quizá nosotros lo hemos superado. Quizás. Pero ahora mismo, en varias partes del mundo, aún hay personas pertenecientes al mismo pueblo asesinándose unos a otros. No podemos olvidar nuestra Historia. No debemos hacerlo.