Hacía tiempo que no salía del cine con la mente en “shock”. Es una sensación que cualquier persona que ame el cine agradece. Con eso uno no desmerece los productos comerciales que lo dan todo mascado, o sin grandes complicaciones. Porque “desconectar” y disfrutar de un espectáculo palomitero o comedía romántica también se agradece. Pero lo del “shock” ufff… cuantas gracias por dar. Así que gracias Alex Garland por “Men”, la película más extraña e inteligente que servidor ha visto en los últimos años.
Hablar del cine de Alax Garland a estas alturas, no es nada nuevo. Estamos ante alguien a quien se la suda literalmente la recaudación de sus películas. Que seguramente satisface su ego con las reacciones de los espectadores de sus películas, de ese “shock” que experimentan. Solo así se puede entender que en proyectos anteriores, contando con gente de la talla de Oscar Isaac o Natalie Portman, no haya tenido la tentación de crear un blockbuster. No se me ocurre mejor productora/distribuidora para sus ideas que A24. Una productora que ocupa en la mente de los cinéfilos el espacio que ya no ocupa Miramax. Ahora la gente lee/escucha A24 y su curiosidad se multiplica por mil.
Y con ”Men” no hay decepción, si lo que buscas es que te vuelen la cabeza. Una película rara e inteligente que se cuece lentamente, sin aspavientos, que te engancha a nivel visual y sonoro desde el primer fotograma. Algo tan sencillo como unos ecos, hipnotiza. Algo tan sencillo como la cámara siguiendo desde detrás el paseo de su protagonista, hipnotiza. Garland pertenece a esa clase de cineastas que concede un gran poder a lo visual y a lo sonoro. Casi más que lo que quiere contar. O quizás obliga al espectador a intentar fusionar, como si de una receta de cocina elaborada se tratara, lo que cuenta con lo que vemos/escuchamos.
Y aquí, lo que tenemos es una historia de redención, de demonios internos y de enfrentarse a pensamientos que desgraciadamente siguen teniendo su peso/costumbre hoy en día. La protagonista, a la que da vida una espléndida Jessie Buckley, va “lidiando” con esos demonios a los que da vida un no menos espléndido Rory Kinnear.
Antes comentaba que es una película que se cuece lentamente, pero una vez el agua hierve, lo hace a lo bestia, sin dejar de subir la temperatura. Para ofrecer un tramo final que apuesta por el terror físico, dejando a un lado el psicológico que habíamos “sufrido” anteriormente.
No espero que “Men” pase a la historia como una de las películas más premiadas, nada más lejos de la realidad. Pero si tengo claro que cualquiera que la vea, saldrá del cine con ese “shock” que tanto se agradece. Que no quiere decir que tenga que gustarte, es como cuando vas a comer por primera vez, a un restaurante japonés. Todo es distinto, te puede gustar o no, pero la sensación es indescriptible.