ESPECIAL CULTURAENCADENA.COM MEDIO INVITADO AL REC Festival Internacional de Cine de Tarragona
Mucho se ha escrito ya sobre “Parásitos”. La última película de Bong Joon Ho, que llega después de “Okja”. Ya saben, esa película que más allá de su calidad, pasará a la historia por ser el primer aviso serio de que Netflix iba a apostar fuerte por las grandes producciones. Apasionados debates sobre que si el cine en el cine, que si las plataformas tipo Netflix iban a matar el cine, bla bla bla… Total, al final “Okja” se paseó por Cannes e hizo las delicias de los que la disfrutaron desde el sofá/móvil/tablet.
Pues otra vez Cannes fue el certamen elegido para lo nuevo del director coreano. Y esta vez sin más historia que la cinéfila. Y que historia... Palma de Oro de la edición 2019. ¿Merecida? ¿Operación de marketing? Vayamos por partes... Si hablamos puramente del tema guión, si me piden un adjetivo para calificar “Parásitos” me basta con decir “montaña rusa”. Porque esta es una película que en sus más de dos horas consigue arrancarte carcajadas, estar en tensión, sentir simpatía por unos para odiarlos luego y volver a pillarles cariño. Y eso si se hace bien, de manera que sólo te des cuenta de lo que te despiertan los protagonistas cuando ya es tarde para negarte esa sensación, entonces es una gozada.
Protagonistas que podemos dividir en dos familias. La familia del sr. Ki-Taek y la del sr. Park. De dos mundos totalmente diferentes, los pobres y los ricos. Y aprovechemos esto para saltar a otro apartado que no sea el del guión. Las casas de las dos familias son un fiel reflejo de las mismas. Brutal lo sucio, cutre, casi “humillante” del clan Ki-taek y ostentosa, desproporcionada, luminosa y casi “insultante” del clan Park. Como las casas tienen vida en la película es algo digno de estudio. Esa secuencia de la inundación, ese cumpleaños en el jardín, el día y la noche, los de arriba, los de abajo…
Todo para mostrar esa metáfora de la que todo el mundo habla. De cómo lo de “Parásitos” es el título perfecto para esta película. Como los vemos reflejados totalmente en los Ki-Taek, en sus movimientos, en sus sueños y como conseguirlos. Pero también de cómo un parásito siempre será un parásito por mucho que eso nos pueda despertar en el transcurso de la película tristeza y alegría en menos de 10 minutos y sin darnos cuenta como comentaba antes.
¿El final? Pues brillante y lástima que lo de hacer spoilers quede fatal, porque hay un “puñetazo en la mesa” en plena película que lo cambia todo y hace aún más brillante una película de la que mucho se ha escrito y mucho más se escribirá.