¡Reacción en Cadena!
Cada día publicamos una frase en nuestras redes sociales para empezar el día...
...y a veces da para hacer artículos como este.
Es la reflexión que traemos en el día de hoy con esta pequeña gran frase que se atribuye a Tolstoi (pero que ponemos en duda, como no podía ser de otro modo).
No importa quien la pronunciara, sino el comunicado. Como todo en esta vida, la trascendencia viene determinada por el contenido, nunca por el continente.
Ayer vimos cual fue vuestra reacción ante el artículo de la mala educación y pudimos deducir que compartimos el mismo sentimiento de hastío e indignación en cuestiones de respeto a la vida del prójimo en eso que llaman "civilización".
Desde aquí nos preguntamos cómo se puede revertir la situación, pues uno de los cometidos de CEC es contribuir a un funcionamiento más limpio del mundo en el que estamos condenados a vivir. Desde este espacio intentamos aportar ingredientes positivos con los que mejorar la vida personal de cada uno, empezando por los elementos culturales y de ficción. Si cada uno se mueve positivamente hacia su propio centro, será un ápice más feliz. Y el que se siente próspero, el que está gusto consigo mismo, no necesita molestar a los demás. El que tiene cuanto necesita en su vida, no precisa hurgar en la vida de otros. El que se siente rico por dentro, no es avaro ni egoísta por fuera.
El desdichado siembra desgracia para exteriorizar su infortunio. El que alardea es porque carece precisamente de aquello de lo que se vanagloria. El inconsciente lo es porque no tiene la capacidad de objetivizar las situaciones, y no llega mentalmente a comprender que una visión global es imprescindible para un mundo mejor. El que se queda anclado en las pequeñas trifulcas vecinales sin importancia, desenmascara el vacío de su existencia. El que vive de lo que sus hijos han conseguido, transpira frustración propia: un orgullo mal empleado para dejar en evidencia al interlocutor y demostrar la calidad del linaje propio. La mirada ajena simula alegría por la exposición de logros y disimula la envidia que, de puertas para adentro, es causante de irritación y malestar.
La necesidad de hablar de uno mismo y exponernos ante la vista de otros, que podemos comprobar cada día en redes sociales, es para reforzar hacia uno mismo el mensaje que estamos intentando vender al mundo. El discurso que debiera ser refuerzo es, irónicamente, delator de nuestras dudas, inseguridades y traumas.
En el mundo en que vivimos, los discursos van enfocados a la construcción de una imagen de puertas hacia fuera, esperando a que dicha imagen fortalezca la opinión de puertas hacia dentro: sentir más seguridad en la propia opinión sobre uno mismo. No obstante, cuando el valor de lo que se predica es inexistente, se genera un abismo de duda, y la representación del yo exterior se aleja del verdadero yo interior. La sombra de la mentira se cierne sobre el individuo, aportando miseria y encarcelándolo en esa figuración que quiere perpetrar.
Lo sabéis, lo sabemos.... ¿Por qué alimentar estos sentimientos que sólo nos perjudican y vivir en una mentira eterna?
¿Cómo contribuir a que el mundo funcione mejor? ¿Se puede aportar realmente algo de valor?
Se puede empezar por uno mismo: pequeños detalles insignificantes de los cuales hay que ir tomando conciencia haciendo uso de la razón y la autocrítica. Nunca es tarde para mejorar, hacer el esfuerzo de salirse del propio molde mental que nos confiere esa falsa sensación de seguridad. No pasa nada porque NUNCA pasa nada, y si pasa será porque habremos elegido ser un poco más nosotros mismos. Así que no será castigo, sino recompensa.
No podremos cambiar el mundo, pero sí podremos cambiar nuestra inflexibilidad mental, las propias encerronas. Ampliemos las miras de nuestra visión y no nos quedemos dando vueltas alrededor del pote con las mismas cuestiones de siempre, removiendo el mismo lodazal. Veamos más allá de los límites que nos conciernen porque seguro que encontramos respuesta a esas pequeñas riñas que nos mantienen rumiando, cual ganado. Vaquemos las torturas autoinfligidas causantes de nuestros encierros.
Nada es tan grave ni tan apremiante como la necesidad de cambiarnos mentalmente para aportar algo a un mundo que no cambiará.
HEAL THE WORLD; MAKE IT A BETTER PLACE, FOR YOU, FOR ME, AND THE ENTIRE HUMAN RACE.
Un fuerte abrazo de todo nuestro equipo.