AYÚDAME Y TE HABRÉ AYUDADO- ESPÍRITU CEC
Daniela, gracias, eres en parte la causante de este artículo
CEC es uno de los lugares en el mundo, sino el único, en el que NO importa quien ha dicho/escrito qué. No buscamos destacar nuestras personas individualmente, sino funcionar como un equipo de trabajo donde los egos no tienen cabida.
Uno de nuestros principales axiomas es que solos no hacemos nada en este mundo y que necesitamos de los demás para progresar, para sentir... en definitiva, para ser más humanos. Si hemos "evolucionado" hasta este punto es, precisamente, porque en algún momento y lugar supimos cooperar.
Hay una hermosa frase atribuida a Goethe que reza lo siguiente:
"Ni aún el genio más grande iría muy allá si tuviera que sacarlo todo de su propio interior."
Aquí la colaboración se basa en la contribución más pura al bien común, pues no solamente somos individuos sino partes integrantes de un TODO. No existen las clases sociales, la avaricia, el egocentrismo, el protagonismo o las diferencias ligadas al género. Nuestros lectores no saben si el que escribe es redactor o redactora, si vive aquí o allá. También nos deshacemos de las etiquetas sociales e intentamos crear un ambiente limpio de roles, (pre)supuestos y representaciones: un punto primordial si lo que deseamos crear es un lugar de libertad absoluta no sujeto a preconcebidos socializados que nos encadenan.
Otra de las cosas empíricas de las que disponemos y que deberíamos atesorar y otorgarle la importancia que merece por su calidad de extraordinario, es nuestro tiempo. Lo que nos rodea y es invención del ser humano, nos incita precisamente a desperdiciarlo. Es impagable e inimaginable por el cómo se han construido nuestras existencias, disponer enteramente del mismo. Si extendemos la reflexión al terreno laboral, notaremos que no nos pagan por el trabajo generado sino por el tiempo que ocupamos en el desempeño de las tareas. El directivo que parece no estar produciendo y cuya remuneración está aparentemente sobredimensionada tiene el cometido de sembrar una cultura de empresa y asegurar que las mentes de los secuaces se amolden y sigan sin cuestionarse éticas y morales que pueden desbridar la conciencia individual y ponerla al servicio del individuo. El sistema sabe que el amanecer de la conciencia es peligroso. El enfermo que se encuentra cara a cara con su inminente fin, es el que empieza a vivir una vida real, desprovista de frivolidades porque cada uno, dentro de su fuero interno y a veces demasiado profundamente, sabe que en la mayoría de los casos estamos tirando y malgastando el tiempo porque nos parece un bien ilimitado. No lo es, lo único incierto es el momento del óbito.
Estamos cansados de encontrar en la ficción este tópico que justifica una conducta desbocada pero que la sociedad entiende perfectamente, porque si fueran ellos los afectados por la sombra del tránsito, vivirían cada día como si fuese el último. Ese Carpe Diem es erróneo, pues está pasado por los filtros de lo que es justificable socialmente y, por lo tanto, aceptable. Si la conducta del individuo no respondiera a un crepúsculo existencial sería alegato de locura.
En cuanto a la única posesión realmente propia, nuestra identidad, debe ser defendida a capa y espada y no podemos dejar que otros la mancillen, alteren, minimicen o sencillamente la ninguneen. Bajo ningún concepto debemos permitir las invasiones bárbaras, pues su irrupción junto a la humildad de nuestro permiso termina resultando en asedio, control y violencia hacia nosotros mismos actuando a la contra de nuestros intereses, pensando que lo hacemos en nuestro favor. Cuidado con confundir sus intereses y los nuestros, seamos vigilantes a la hora de separar el grano de la paja, pues incluso nuestros pensamientos pueden no ser nuestros. Es por ello necesaria la total independencia y liberación de aquellas cadenas invisibles que nos mantienen amarrados a voluntades ajenas. Debemos tener muy claro quiénes somos y qué queremos de verdad en la vida y caminar hacia ese horizonte, pero antes es fundamental la completa liberación del yo infundado, embutido y manipulado por los conceptos sociales.
Es una de nuestras tareas principales: ayudar a la emancipación, porque contribuyendo a la autonomía del otro estamos trabajando en favor de nuestra excarcelación. "AYÚDAME Y TE HABRÉ AYUDADO" o con otras palabras "AYUDANDO AL OTRO ME AYUDÓ A MI MISMO". El tiempo que le dedicas a otro, en realidad te lo estás dedicando a ti mismo, pues invertir en los demás desde nuestra posición real nos revierte positivamente.
Identificando las etiquetas o clasificaciones sociales, y escribiendo sobre ellas, nos liberamos a nosotros mismos. Y escribiendo, compartimos, y compartir es otro de los axiomas sobre los que fundamentamos nuestra existencia:
Lo mejor de esta vida es compartir a un nivel real.
El que viene aquí buscando oír más de lo mismo se equivoca. En muchas ocasiones nos caen reprimendas, comentarios negativos, incluso burlas con sarcasmo (de dudosa consistencia, dicho sea de paso). Sin embargo, muchos volvéis en busca de más, pues hay un hecho inegablemente palpable que subyace tras las palabras: la verdad, la realidad y la omnipotencia de las mismas que en esta isla del mundo abanderamos.
Aquí nos sumergimos sondeando la profundidad de los temas tratados, intentando cubrir todos los ángulos de visión que nuestras mentes son capaces de imaginar. Y si, por ceguera, omitimos alguno, siempre estáis aquí vosotros: con vuestros comentarios y argumentaciones ampliáis nuestras percepciones, aportáis valor y arrojáis luz.
El intercambio es bueno, saludable y aporta riqueza aunque genere desacuerdo. La disconformidad no tiene por qué ser nociva, si bien es al contrario. Puede ser fastidiosa porque nos hace confrontar nuestros propios límites, pero la ruptura de dichos impedimentos mentales es la que determinará nuestra libertad.
Gracias por compartir.
EQUIPO CEC