"A dos metros bajo tierra", una serie que da más de lo que quita. De nuevo HBO lanzó un producto arriesgado de calidad.
La vi y quedé prendada de su frescura pese a tratar un tema como la muerte. Las 5 temporadas de unos 12 capítulos cada una son una buena muestra de 60 insólitas, y no tan insólitas, maneras de morir que puede llegar a tener el ser humano. Para llevarla a la pantalla, el equipo de realización se ayudó de profesionales del ámbito mortuorio así que todo cuanto se ve en pantalla se basa en lo real.
Es una muy buena serie que rompe con uno de los tabúes mejor salvaguardados de nuestros tiempos: la muerte. Puesto que somos humanos y vivimos, tenemos que morir a la fuerza y es precisamente la muerte, a la que tanto pánico le tenemos por sernos desconocida, la que le da un sentido u otro a la vida de cada uno de nosotros. Si nuestra existencia no tuviera fin, la vida tal cual la conocemos sería un suplicio, y la muerte, el eterno descanso y lo que nos marca un tiempo efímero entre los vivos, una lucha a contrareloj.
Hay dos vertientes de pensamiento que se me ocurren habiendo visto la serie. La primera de ellas es que la vida vale la pena vivirla porque hay momentos en los que uno se siente vivo. La segunda de ellas, y creo que la que quiere reflejar el director, es que la vida es lo que es y acabaremos muertos "no matter what". Entonces, sabiendo esto, ¿Para qué nos preocupamos tanto?. La vida empieza desde cero, sin memoria, apenas nos acordamos de lo placentero que podía resultar ser un bebé.
La época más feliz de nuestra existencia, probablemente, y ya no nos acordamos. Por otra parte, el magnífico Allan Ball, luchador encubierto, no se queda en esa reflexión tan básica y vamos viendo cómo la vida, a medida que va pasando, nos va liando de mala manera, nos va metiendo en problemas y, cuando parece que uno aprende a vivir bajo unas condiciones determinadas, entonces todo da un giro y se desequilibra de nuevo, teniendo que aprender, otra vez, a vivir bajo otras condiciones determinadas.
Esa fragilidad del equilibrio nos desequilibra una y otra vez hasta que el individuo acaba, tras muchos golpes seguidos, a no saber reajustar su balanza vital. Es por eso que, echando la vista atrás, el ser humano puede llegar a pensar que la vida no fue lo que esperaba que fuera. Es por eso, también, que las crisis de los 40 y los 50 son y serán cada vez más frecuentes puesto que nuestro entorno es cada vez más inestable y cambiante.
Lo bueno de esta serie es que narra una misma historia desde muchas perspectivas diferentes. Narra la vida de una família de enterradores, los Fisher, compuesta por un padre "medio presente" (los que ya la habéis visto sabréis de qué hablo, por supuesto); una madre totalmente desequilibrada pero a la que comprendemos y nos da calor (Ruth); su hijo mayor (Nate) que debe adaptarse a una nueva situación y se ve forzado a dedicar su vida al negocio familiar, hecho que le hizo en su día huír hacia Seattle; David, el hijo de enmedio, gay y creyente, algo que no deja de sorprenderme aunque las leyes religiosas en USA deben de ser mucho más flexibles que aquí, (o no); y Claire, la pequeña de la familia, inadaptada por naturaleza a su entorno escolar y universitario, que lucha por encajar en algún sitio y hacer algo en la vida que la llene. Está en plena crisis existencial y todo cuanto la rodea le es ajeno y extraño.
Aviso que hay que tener paciencia con la primera temporada puesto que es la de iniciación a los personajes y a los temas que se irán desarrollando, pues es especialmente importante tejer una buena base para que éstos se hagan creíbles más adelante y puedan llegar a las situaciones vitales y de evolución que se quieren explorar.
Mucha gente me ha llegado a decir que es aburrida, siempre hablando de la primera temporada. Discrepo, por supuesto y es por eso que lanzo el aviso aquí y ahora: tened paciencia y fijaos bien en la situación inicial de los personajes y todo aquello que les rodea, es importante. Tratad de averiguar los por qués de las acciones que llevan a cabo, siempre leyéndolos psicológicamente. Una serie como A 2 metros bajo tierra, vista con este ánimo de aprender y evolucionar, os aseguro que puede aportar más psicología que un libro, de verdad, y no soy dudosa de no amar la lectura.
En cuanto a la cuarta temporada se refiere, otro de los puntos polémicos entre el personal, es verdad que es excesiva la repetición de la situación de Nate, incluso admitiré que se hace un poco pesada y algo agobiante, pero se le perdona por lo mucho más que aporta y porque ya estás tan metido y tan encariñado con ella que los personajes y la misma serie los sientes ya casi como de tu propia família, en este caso de ficción.
Y si hablo de "A dos metros bajo tierra", no puedo dejar de comentar el final de la serie ya que fue tan controvertido y dio tanto de qué hablar. Yo soy del bando de los detractores y ahi lo dejo sin poder comentar en exceso, para no lanzar ningún spoiler inconveniente (así que comento por defecto). No me cuadra un final así con una serie tan pausada y tan bien construída. El 'tempo' pausado y progresivo se rompe en este final de la quinta temporada, en la que hay saltos en el tiempo y nadie sabe cuándo situar la acción. Es posible que Alan Ball lo hiciera a propósito porque la vida de las personas es tan aburrida que más vale ir saltando de acción en acción, es decir, de mes en año. Y a medida que se van haciendo mayores, hay cada vez menos acción así que los saltos temporales son, según mi lógica, más espaciados.
En cualquiera de los casos y pese al final, no deja de ser una serie excelente con la que he crecido como persona y con la que he vivido una de las mejores épocas de mi vida. "Six Feet Under" me ha acompañado en esa metamorfosis de larva a mariposa y todos sus personajes forman parte, de alguna manera, de mi vida y los siento como míos. Se crean, y eso no me ha pasado con ninguna otra serie, unos vínculos sentimentales con ellos de forma que pasan a ser parte de tu vida y, a medida que pasa el tiempo, crees haberlos tocado, haberlos visto en la vida real como si de unos amigos íntimos se trataran. Esta última línea ya es, quizás, problema mío, je je je.
Finalmente, quiero recomendarla a todos aquellos a los que les guste ir poco a poco, a los que anden o corran perdidos, a los que estén en crisis, a los que busquen algo diferente y los que se sientan diferentes, a los que hayan perdido la esperanza y a los que estén tristes, a los que estén dispuestos a romper la barrera del silencio con el silencio eterno y a los que abran su mente.
Espero que la disfrutéis tanto como yo y espero que, los que la hayais visto, la hayais podido saborear con el tiempo que se merece.