"Trigonometry" es un drama romántico, cálido, divertido y emocionalmente certero sobre las relaciones modernas.
Sus 5 primeros episodios se estrenaron en la Berlinale.
Ambientada en la desorbitada Londres, llena de gente y precios por la nubes, la pareja formada por Gemma (Thalissa Teixeira), una chef que dirige una cafetería y Kieran (Gary Carr) paramédico, debe hacer frente a sus problemas de liquidez. Por ello, deciden acoger a un huésped que les ayudará a aliviar la presión financiera. El refrán " dos son compañía y tres multitud" ha pasado a mejor vida ya ahora, cuantos más seamos más reiremos. El concepto de relación amorosa sigue anclado en su definición arcaico, el de la pareja.
Cuando Ray (Ariane Labed), una chica francesa de 30 años, ex-competidora de natación sincronizada , aparece por la puerta del hogar de Gemma y Kieran, es para quedarse.
Ray, Ramona, después del accidente sufrido debajo del agua durante una competición, decide abandonar la vida olímpica y dedicar su tiempo a explorar los horizontes que siempre le han sido prohibidos. Ray se halla en una encrucijada, perdida, en busca de una nueva dirección hacia la cual navegar, un trabajo un horizonte en la vida.
Kieran está planeando su boda con Gemma pero ambos terminan enamorados de Ray. ¿Cómo gestionarán este trío a ojos del mundo? ¿Cómo lo comunicarán a sus respectivas familias? ¿En qué medida deben comunicarlo?
CRÍTICA DE LA SERIE TRIGONOMETRY - CEC SERIES
Trigonometry ha sido una verdadera caja de sorpresas. No sólo porque el primer capítulo no nos gustó nada y hemos acabado ADORANDO la producción sino porque a medida que avanza profundiza en los personajes, nos zambulle en su psique y logra hacernos partícipes de sus preocupaciones, de sus miedos, de sus incoherencias y, lo más difícil, comprenderlos a nivel sensorial y emocional.
Porque esta es la historia de un amor compartido que consigue desprenderse de lo físico, desapegarse de lo mundano y meternos en las mentes de sus protagonistas sin importar su género.
En un momento somos Gemma y amamos con locura a la persona a la que hemos elegido como primera opción para compartir el resto de nuestras vidas, Kieran. No es que hayamos sido arrastrados hacia una relación por nuestros traumas, por la soledad o por el miedo. No es que estemos con Kieran porque fue el único que pasaba por ahí. No, la elección voluntaria entre todas las opciones que teníamos. La elección libre y concienzuda porque tenemos la certeza de que "esa" es la persona.
De repente somos Kieran y vemos en Gemma a la compañera ideal: la amiga, la amante, la protectora, el alimento de nuestra mente y de nuestro espíritu. Entendemos lo que han construido más allá de los límites del propio cuerpo y de la mente.
Gemma que siempre ha tenido parejas femeninas nos ayuda a comprender que un día se enamorase de Kieran y que él es, entre todas las personas, la anomalía. No al revés, como suele pasar en la mayor parte de producciones que intentan normalizar la homosexualidad cuando no hace falta.
"Trigonometry" le da una vuelta de tuerca al sobado tema y nos sorprende diciéndonos que no sólo la heterosexualidad puede ser anómala para ciertas personas sino que la pareja clásica se puede vivir como antinatural y que puede ser la génesis de muchos males y dolencias del alma. "Trigonometry" nos ayuda a comprender que lo trascendental va más allá de los límites trazados, que gracias a que estamos en un momento de mayor apertura social (en general) podemos experimentar y aventurarnos en el formato que para nosotros sea el más cómodo y el más lógico. Que hoy en día, en esta parte del globo terráqueo, nadie es mandado a prisión por pasear de la mano de alguien de su mismo sexo.
Comulguemos o no con la forma en que se nos presenta, "we know this much is true" porque lo que al final la mayoría quiere es encontrar a esa/s persona/s con la/s que compartir hasta el rincón más profundo del alma propia.
Hecha con exquisito tacto, filmada con primerísimos primeros planos que son los que nos gustan, no tiene miedo de acercarnos demasiado a los defectos, los temores, los traumas y las vacilaciones de Gemma, Kieran y Ray.
Nos ayuda a desafiar nuestras fronteras, a ponerlas en entredicho, nos invita a la reflexión pero lo que sobre todo hace es llenarnos de luz y de calidez. Nos invita a pasar desde la seguridad de nuestros hogares, a adentrarnos en un mundo poco explorado y quizás todavía demasiado estigmatizado, mal comprendido y prejuzgado, el del poliamor. No es vicio, no es aburrimiento es sencillamente la capacidad de demoler unos conceptos desde el amor, el respeto, la aceptación.
Y no por ello tenemos que estar de acuerdo con lo que vemos en pantalla, o ponerlo en práctica. De hecho no sabemos si seríamos, a día de hoy, capaces de mantener una relación como la suya pues tenemos nuestros preformateos mentales que se enraízan en el terreno emocional. Así pues, a nivel racional lo comprendemos y lo respetamos. Y de todo modos ¿Qué nos importa lo que hagan las personas dentro de sus propias casas mientras no hieran a nadie y todo sea de mutuo acuerdo?
Lo que sí que está claro es que la serie se atreve a desafiar todo cuanto hemos visto con anterioridad sobre las relaciones poliamorosas y esta vez, sólo esta vez, hemos comprendido a los personajes.
En definitiva, una delicia que se levanta con el pie izquierdo y que al final del día nos deja anonadados por toda la belleza que transmite, el poder del amor, el amor de verdad, el que se presenta sin trampa, sin mentira ni cartón. El amor que hace florecer, que ayuda a crecer. El amor que acompaña y que no crea apegos o vínculos defectuosos, sólo de afecto.
No apta para todos lo públicos sólo para aquellas personas con la sensibilidad a flor de piel, para los que se pregunten, para los que se están buscando, para los que quieran ver una historia romántica de verdad, para los que piensen que el amor llega sin sobresaltos, para los que piensen que la vida puede ser maravillosa y sólo hace falta vivirla revisando conceptos que nos encarcelan.
A veces, la horma del zapato, puede estar en los lugares que parecen más inhóspitos. Hace falta valor para adentrarse y estar dispuesto a romper con molduras heredadas que nada tienen que ver con nosotros.
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