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‘Documentos TVE’ estrena esta semana el reportaje ‘GPS, una guerra global’. Una producción que recuerda los orígenes del sistema de posicionamiento global, su desarrollo, sus aplicaciones actuales y el control que ejerce Estados Unidos sobre la señal internacional de geolocalización.
El primer sistema de navegación por satélite, concebido por el Departamento de Defensa norteamericano como una herramienta militar, inició su fase operativa hace tres décadas. Estados Unidos ostenta el monopolio del GPS, el sistema de posicionamiento global del que dependen la economía y la defensa de otros continentes. Mientras la geolocalización coloniza nuestras vidas, Europa, China o Rusia aceleran el desarrollo de sus propias versiones.
En 1983, dos cazas soviéticos derribaron un Boeing de la Korean Airlines, que por un error de posicionamiento invadió espacio aéreo ruso y fue confundido con un avión espía estadounidense. El último incidente grave de la Guerra Fría sucedió por un fallo de geolocalización.
Desde entonces y a fin de impedir otra tragedia similar, Estados Unidos liberaliza su GPS al resto del mundo y las aplicaciones de este sistema de navegación despegan definitivamente en el ámbito civil. Se extienden a través de la informática y las telecomunicaciones y hoy por hoy, es difícil imaginar un mundo sin GPS.
La geolocalización ha revolucionado desde la industria armamentística, desarrollando una nueva forma de hacer la guerra, hasta la automovilística y la cartográfica, con productos de alta precisión para desplazamientos y ubicación.
Sin embargo, los usos presentes y futuros de la geolocalización dependen únicamente de satélites norteamericanos. Si Estados Unidos decidiese cortar la señal, hundiría la economía y los sistemas de defensa de otros continentes. Europa, Rusia, China, India o Brasil están acelerando el desarrollo de sus propias versiones. Expertos espaciales, militares y especialistas en telecomunicaciones analizan el gran desafío en este reportaje
La geolocalización ha caído del cielo para instalarse en nuestras vidas. “Me muevo, luego existo” es una de las máximas de una sociedad que monitoriza todos sus movimientos. El perfil del usuario se ha ido diversificando y ya resulta extraño encontrar algún ámbito donde el GPS esté fuera de cobertura. Sus beneficios se cuelan sigilosamente en nuestra vida y como la hacen más confortable, permitimos casi inconscientemente que colonicen nuestra intimidad.