‘Documentos TV’ estrena esta semana ‘La caja negra’, un trabajo que aborda el tema del puerto franco de Ginebra en el que hay miles de millones de euros libres de impuestos en obras de arte.
Especuladores, coleccionistas y marchantes de arte almacenan mercancías de incalculable valor, cuestionadas recientemente por la sospecha de operaciones financieras irregulares y el secretismo que las rodea.
Ocultación de obras robadas, blanqueo y evasión de capitales y fraude son algunas de las actividades ilícitas que el mercado del arte esconde en este puerto franco, al amparo de una tolerante legislación suiza.
Desde que el secreto de la banca suiza está bajo sospecha, parece que el arte es el nuevo refugio de las finanzas internacionales. El puerto franco de Ginebra sabe de ello. Bajo la más estricta confidencialidad, miles de millones de euros en obras de arte, libres de impuestos, se almacenan de forma permanente, en los más de sesenta mil metros de espacio con que cuenta esta institución. “No es posible conseguir un inventario de las obras que se custodian en el puerto franco. Es alto secreto; serán trescientas, tres mil o trescientas mil”, afirma uno de los abogados de los marchantes.
La bóveda más segura del mundo, construida a prueba de terremotos y explosiones, alberga algunos de los más famosos Picassos, Modiglianis o Rembrandts…, a la espera de nuevos propietarios. Sus identidades será otro de los secretos mejor guardados de Europa y allí cerrarán sus negocios sin ser vistos. “El objetivo del juego es que no se sepa quién vende qué a quién y para eso sirve el puerto franco”, relata un inspector de aduanas en ‘La Caja negra’.
Sin embargo y aunque pudiera parecerlo, no es oro todo lo que reluce. Recientemente, una serie de escándalos han salpicado el nombre de este puerto franco de Ginebra, El Dorado de los marchantes de arte, de los ricos herederos y de los defraudadores. ‘La Caja negra’ relata en un trabajo de investigación, sus actividades ilícitas, en forma de ocultación y expolio de obras de arte, blanqueo y evasión de capitales y fraude, que rodean a este exclusivo y opaco mercado.
En Suiza, algunas autoridades oficiales han mostrado su inquietud por la escasa transparencia del puerto franco de Ginebra, en la imposibilidad de rastrear las mercancías y sus inventarios. Sin embargo, la realidad exige mucho más y las críticas comienzan a arreciar desde fuera del país alpino, al señalar a la tolerante legislación suiza como el instrumento que ampara y consiente las enigmáticas e irregulares operaciones financieras del mercado del arte.