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Miércoles, 24 Junio 2020 09:57

"24": EL TIEMPO CORRE. Todas las razones para verla, con motivo del ingreso de la serie en el catálogo de Netflix este 24 de junio.

Escrito por  Publicado en 24
 
UNA DE LAS SERIES MÁS ADICTIVAS DE LA HISTORIA MODERNA DE LA TELEVISIÓN

Una peligrosa organización terrorista planea atacar los Estados Unidos y sólo existe un hombre que lo puede impedir. No importa que aquí sea un tal Jack Bauer, también podría ser cualquier personaje interpretado por Stallone, Schwarzenegger o Seagal. Sabemos sobradamente que pase lo que pase no morirá nunca, y que por más difíciles que se le pongan las cosas lo acabará resolviendo todo. ¿Os suena este argumento? ¿No es un prodigio de originalidad, verdad?

Entonces, ¿cómo es posible que a partir de una premisa que hemos visto miles de veces se haya podido crear una de las mejores series de la historia de la TV? La respuesta no es fácil porque los motivos son múltiples y variados, pero en mi opinión existe uno por encima de todos: los guionistas disponen, cada temporada, de 24 episodios de 40 minutos para explicar la historia. Esto les permite profundizar en los personajes, crear múltiples tramas paralelas que acaban enlazadas entre sí, liarlo todo hasta que parece que no hay solución posible, y finalmente resolverlo y dejarnos en un estado de shock absoluto. Si la misma historia la viésemos en el cine duraría como mucho un par de horas, y seguro que saldríamos de la sala pensando que aquello ya lo hemos visto antes. En cambio, después de ver una temporada entera de 24 la sensación es que hemos visto un producto perfectamente explicado, sincronizado, e incluso... original.

A la brillantez de los guiones se le debe añadir otro ingrediente absolutamente clave para entender el éxito de esta serie (y seguramente su principal acierto): el hecho de que está filmada a tiempo real. Como ya hemos dicho, cada temporada está formada por 24 episodios de una hora de duración, y este tiempo es el mismo que experimentan los personajes de la serie. Cada episodio empieza a una hora del día en punto y acaba exactamente una hora después, con lo cual cada una de las temporadas explica un día (y sólo uno) de la vida de los protagonistas. El reloj que aparece regularmente nos recuerda el paso de los minutos, y esto es muy importante porque las tramas están llenas de ultimátums y de horas límite: imaginemos que sabemos que una bomba explotará a las 4 de la tarde; a medida que se acerca esta hora no podremos evitar que aumente nuestra angustia, paralelamente a la de los protagonistas. Si a ello le añadimos el hecho de que Bauer debe tomar constantemente decisiones vitales y extremas con muy pocos segundos de margen, difícilmente encontraremos otra serie donde se sufra tanto como en ésta, y a medida que nos acercamos a los episodios finales la tensión aumenta hasta límites insospechados.

Otro recurso tremendamente efectivo es el hecho de que en determinados momentos del episodio se nos muestran las diferentes tramas en curso dividiendo la pantalla en tres o cuatro marcos diferentes, cada uno de los cuales muestra la acción correspondiente a aquella trama. No es una técnica que se haya inventado en 24, pero sin duda sí que es la serie que le ha dado más popularidad. Con ello se consigue que nunca olvidemos que no sólo nos están explicando una historia sino hasta tres o cuatro simultáneamente, y todas tienen su importancia argumental porque están enlazadas entre sí y se resolverán conjuntamente en un momento u otro.

Jack Bauer no sólo debe luchar contra los enemigos de turno, sino muy a menudo contra sus propios compañeros de la UAT (Unidad Antiterrorista de Los Angeles), que lo traicionan o lo dejan colgado en el momento más inoportuno, o incluso contra miembros del gobierno de los EE.UU., que en más de una ocasión están directamente implicados en la organización de los ataques terroristas. En este sentido, es destacable la autocrítica americana que se hace desde la serie de éste y de otros temas, como el ataque de países extranjeros con la mínima excusa para satisfacer intereses propios, o el hecho de que el presidente norteamericano a menudo se encuentra en manos de grupos económicos que toman sus propias decisiones. 

Kiefer Sutherland es la estrella absoluta de la serie, hasta el punto de que casi podemos afirmar que ya está encasillado para siempre y que nunca más nos lo podremos imaginar en otro papel que no sea el de Jack Bauer, por más series o películas que ruede. Un caso parecido a los ya comentados en otros artículos de Hugh Laurie y su Dr. House o de James Gandolfini y su Tony Soprano, por poner sólo dos ejemplos. Su interpretación no puede calificarse de otra forma que de excelente, y consigue que nos sintamos tan identificados con su personaje que su sufrimiento es el nuestro y su falta de horas de sueño casi nos afecta tanto a nosotros como a él, además de ser un ejemplo de superación, profesionalidad e integridad. Sutherland está acompañado por un buen puñado de brillantes secundarios, entre los que podemos destacar especialmente a Dennis Haysbert (que interpreta el papel de David Palmer, el primer presidente negro de los EE.UU. mucho antes que Obama), Mary Lynn Rajskub (que da vida a Chloe O'Brian, un personaje que se agradece porque con su ambigüedad y su sentido del humor da un poco de tregua a la acción y la tensión constantes) y Gregory Itzin (enorme en su papel de Charles Logan, el presidente que sucede a Palmer, un personaje complejo, que a menudo no parece el más adecuado para el cargo que ocupa, cobarde, mentiroso y que nos sorprenderá en más de una ocasión, no siempre agradablemente).

Si a todo esto le añadimos unas escenas de acción perfectamente rodadas y planeadas (como las persecuciones, en coche o a pie), el hecho de que somos testigos privilegiados de las intrigas políticas y de las interioridades de la Casa Blanca, el enorme realismo de la serie en lo que se refiere a tácticas de asalto, armamento, etc. (gracias a la colaboración de asesores que han formado parte de grupos militares de élite), el hecho de que a menudo se intente reflexionar sobre las motivaciones de los terroristas en vez de presentártelos sencillamente como “los malos”, y tantas otras cosas más, la conclusión sólo puede ser una: 24 es una de las series más adictivas de la historia de la televisión, y seguro que aunque estéis hartos de películas y series de acción encontraréis elementos suficientes como para no poder apartar los ojos de la pantalla. 

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