Pues sin duda sería muy interesante que alguien con la perspectiva y la visión de Ian McEwan diseccionara con su afilado bisturí el fenómeno de Gran Hermano. ¿Y qué tienen que ver los zombis con Gran Hermano?, os preguntaréis vosotros con toda la lógica del mundo. Pues ahora lo veremos. Y es que la acción se sitúa, en un principio, en la casa del popular concurso (en su versión inglesa porque esta serie también lo es, o sea que para ser exactos deberíamos decir “la casa del Big Brother”), donde vemos a sus habitantes hablando de tonterías diversas y preocupadísimos por saber si están o no en directo, por conseguir la fama cuanto más rápidamente mejor, y también un dinero fácil si pueden ser los últimos en ser expulsados de la casa (precisamente es noche de expulsiones y por lo tanto la tensión es superior a la de un día normal). Pero lo que ellos ignoran es que fuera de la casa, en el mundo real, se ha desencadenado una especie de epidemia inexplicable que hace que los muertos vuelvan a la vida para alimentarse de los vivos. Muy pronto se darán cuenta de lo que está pasando cuando uno de los zombis consigue entrar en la casa que ellos creían tan segura...
Este es el punto de partida de esta mini serie británica, que con estas premisas ya podemos asegurar que hará las delicias de los fans del terror en general y de los zombis en particular. A estos espectadores no les resultará nada difícil identificar algunos de los elementos más comunes del género que popularizó ya hace unos cuantos años George A. Romero en el cine, como por ejemplo los humanos aislados en un lugar cerrado y protegiéndose de la amenaza zombi externa, la manera más eficaz de eliminar a los zombis (atacar a la cabeza), los festines que suelen darse los muertos vivientes cuando pueden pillar a algún humano vivo, los descuartizamientos explícitos con sus correspondientes montones de vísceras y de hectolitros de sangre, etcétera. Incluso podremos ver alguna novedad como por ejemplo que los zombis, en vez de tener el típico andar lento e inseguro, en esta serie corren tanto o más que los humanos y se muestran bastante más despiertos de lo que es habitual (aquí seguramente los puristas pondrán el grito en el cielo). Pero a pesar de ello, en el aspecto puramente estético no hay nada a objetar, porque aunque la serie está filmada con un presupuesto bastante bajo (muchos de los zombis son voluntarios que el creador Charlie Brooker reclutó a través de Facebook), las escenas de los ataques y desmembramientos humanos están muy bien conseguidas y no desmerecen en absoluto a las de películas con más presupuesto.
Pero la gran virtud de esta serie, a mi modo de ver, es que no se queda aquí sino que a través de los zombis nos plantea una gran metáfora y una crítica feroz contra una buena parte de la televisión que se hace actualmente, contra sus creadores y contra los espectadores que se lo miran. Aquí no se salva nadie. En este sentido, es especialmente acertado el personaje de Patrick, el productor del concurso (maravilloso Andy Nyman), un individuo que pisa a quien sea para conseguir sus objetivos y que no tiene ningún tipo de respeto ni por sus subordinados ni por los concursantes, a los que trata como a auténticos objetos que están sólo al servicio de hacerle ganar audiencia (y por lo tanto dinero). De todas formas, también debe decirse que muchas veces no le falta razón. Estas son algunas de sus mejores frases:
Concursante: ¡Dios mío, has matado a Davina!
Patrick: Yo la contraté, o sea que puedo hacer lo que quiera.
Dirigiéndose a una de las concursantes: Te follarías al perro de un pescador si eso quisiera decir salir en la portada del Heat.
Dirigiéndose a todos los concursantes: Si tuvierais que trabajar para vivir, en vez de buscar soluciones rápidas del tipo “¡Miradme! ¡Mirad que famoso soy! ¡Soy un gilipollas que ha salido en la tele durante dos meses!”, entonces quizás sabríais qué significa todo esto. Pero no, lo queréis ahora. ¡Lo queréis todo ahora!
Su frase final (y ahora hago un pequeño spoiler y desvelo un detalle de la trama, o sea que no continuéis leyendo si no queréis saberlo) es lo bastante significativa, cuando les dice a los zombis que se lo están comiendo que “¡tengo los intestinos llenos de mierda, coméosla!”. No cuesta demasiado descifrar la metáfora: los zombis son los telespectadores, que se comen la mierda que les ofrecen los productores de televisión.
Otros momentos de la serie en que se hace la analogía zombis-espectadores son cuando uno de los concursantes se pregunta por qué los zombis quieren entrar en la casa y otro le contesta que “debe ser una especie de instinto primario, piensa que esta casa era como una iglesia para ellos”, o la espléndida escena final (continúan los spoilers) cuando los zombis se han apoderado de todo y vemos a uno dentro de una tienda de electrodomésticos mirando inmóvil un televisor donde sale la cara de otro zombi que se encuentra en el estudio delante de una cámara, que está transmitiendo la imagen a los aparatos de todo el país. ¿Se puede ser más claro? Zombis delante y detrás de la cámara, dentro y fuera de la pantalla, seres sin cerebro y sin alma mirando lo que sea que les ofrezcan.
Igualmente, es muy curioso y digno de reflexión el hecho de que en la serie participe la auténtica presentadora del Big Brother inglés, Davina McCall (que se interpreta a ella misma) y que el mismo programa haya permitido el uso de su nombre en una serie que lo critica sin contemplaciones. Eso sería muy difícil de entender, si no fuera porque Dead Set está creada por la misma productora de Big Brother… ¿Se critican a ellos mismos, o se ríen directamente? Tema para reflexionar, sin duda…
Evidentemente no es la mejor serie de la historia, pero es que tampoco quiere serlo. Sencillamente quiere hacer una denuncia de un tipo de televisión que cada vez abunda más, y la hace creando una alegoría perfecta, jugando con el tema familiar de los muertos vivientes y con una buena dosis de ironía y humor negro. Sólo son 5 capítulos de unos 23 minutos cada uno (menos el primero, que es doble), o sea que la devoraréis más rápido que los zombis a los humanos. Totalmente recomendable.