Nota de CEC SERIES: esta es una crítica al final de la temporada 4 de "El mentalista", previa al estreno de la quinta temporada. Sin embargo, si no has terminado de ver la temporada 4, este artículo puede contener spoilers
No hace mucho comentaba que los dos últimos capítulos de la tercera temporada fueron los mejores de El Mentalista, dejando con ganas de ver la siguiente temporada. Pero el final de esta última temporada 4, me ha dejado fría. De nuevo 'John el Rojo' nos la ha jugado… previsible, presumible e inaceptable.
Patrick Jane, desde mi punto de vista, está pasando de ser esa persona atormentada, vengadora, fría y calculadora, con ese sentido del humor británico que tanto atrae, a una especie de chicle (que no cliché) en manos de los guionistas (ora es un chico confundido y vengativo, ora es protector, ora no es nada de lo anterior…), al que todo le está permitido, desde hacerse con una fianza millonaria con una horita de juego en un casino, a utilizar la tortura para capturar a un sospechoso (lo entierra vivo), ponerse borde con sus superiores o resolver un caso viendo moverse una hoja de roble (esto es figurado), y todo ello con un propósito: hacerse con John el Rojo.
A estas alturas de la serie, estoy por decir que John el Rojo es Dios, pues todo lo sabe, todo lo ve, a todas enamora, a todos seduce… se intuye su presencia pero nadie puede mostrar una foto, una huella... no es tangible. De una inteligencia de otra galaxia, hace pensar que puede venir del mismísimo Nibiru o Raticulín, esos planetas que dicen que tienen vida inteligente y en los que no se come mal del todo.
Llevamos cinco temporadas intuyendo al personaje, imaginando cómo alguien tan rematadamente cruel puede, a su vez, tener tanto carisma, cómo tantos como ya han pasado amigos de El Rojo, le guardan esa fidelidad absoluta, hasta el punto de jugársela una y otra vez a Patrick. Se desliza como el aceite entre los dedos y, a base de marearnos, ya dudamos de todo y de todos. ¿Es Jane es el malo y el pobre John un visionario que libera a su víctimas?.
Muy fuerte todo, muy denso. Muy repetitivo.
Patrick Jane (Photo credit: Wikipedia)
Y ha llegado el final de la temporada y no hemos avanzado un paso. Tenemos prisionera, una amiga de John que va a la cárcel tras engañar por mil veces y una más al bueno de Jane...: ¿Contará algo la moza? ¿morirá sin hablar como ya ha pasado? ¿Quién demonios es John el Rojo? ¿Lo tendremos delante de las narices y no nos hemos enterado? ¿Será el nuevo y joven jefe de policía? ¿Será una mujer en realidad? ¿Será Lisbon? ¿Será Patrick?
Ay… pero todas estas preguntas ya nos las hemos hecho antes, y queremos acción, que las series, como el chicle, de tanto masticarlas se quedan duras, y esta ya me está dejando la mandíbula cansada y está perdiendo el sabor.
O resolvemos el caso o disparamos al pianista, pero esta serie necesita, en su nueva y quinta temporada, ir resolviendo asuntos, porque con el amor poco recomendable de Kimbal Cho, el hijo de Rigsby o la estulticia de Lisbon no tenemos suficiente.
Lo digo con conocimiento de causa y sin acritud porque, pese a todo, la seguiré viendo, pues cuando sale un capítulo bueno me lo paso muy bien y es difícil pillar el asesino de turno, pero si es eso lo que quieren, que se cepillen de una vez al asesino de la mujer y a la hija de Patrick.