"House of Cards no es una serie sobre política. Es una serie sobre el poder. Todos tenemos relación con el poder en nuestra vida diaria. Los políticos son auténticos maestros en el juego del poder y por eso es tan divertido ver esta serie. Los grandes temas de la ambición, el deseo, la arrogancia, la traición nos pueden interesar a todos". Beau Willimon, guionista y productor ejecutivo.
En efecto, la serie es, ante todo, una historia sobre el poder. Pero también es un thriller político en el que Francis Underwood (Kevin Spacey), un congresista que lidera el partido con la mayoría en la Cámara de los Representantes, y su mujer Claire (Robin Wright), perseguirán incansablemente el poder para disfrutar de todos los beneficios que éste conlleva.
Una serie dirigida, claramente, a un público adulto, que guste de argumentos centrados en la política y al que le interese conocer más de cerca cómo funcionan las administraciones entre bastidores. Aquello que nunca vemos de los que nos mandan y manipulan, ya sea desde los partidos que nos gobiernan, o desde las altas esferas, tienen aquí un muy buen material para disfrutar, aprender y confirmar todo aquello que en estos últimos tiempos de corrupciones, mentiras y estafas mundiales sospechamos.
Sus dos actores protagonistas son el primer gran punto positivo a destacar de esta ficción. Kevin Spacey hace una interpretación excelente, como ya nos tiene acostumbrados, utilizando de manera magistral todos los recursos que las diferentes situaciones expuestas le ponen por delante. Asimismo, la siempre infravalorada Robin Wright, nos ofrece momentos de actuación sublimes, sobre todo en algunos de sus silencios, que rompen con una emocionalidad contenida su estado general a lo largo de los capítulos, donde se nos muestra siempre dura, siempre poderosa, inviolable...
House of cards es la primera gran apuesta de ficción de Netflix en 2013, y han acertado de lleno. Un 10 por ciento de sus abonados ha visionado alguno de los capítulos y este hecho, unido al buen recibimiento de la crítica mundial, hace que estén pensando en una segunda temporada.
La serie está dirigida, entre otros, por David Fincher ('Seven', 'La Red Social' ), Joel Schumacher ('Un día de furia') y James Foley ('Glengarry Glenn Ross') y es la oportuna adaptación americana de 'Castillo de naipes', la miniserie de la BBC creada en 1990 por Andrew Davies ('Little Dorrit'), ganadora del Emmy a Mejor Guión y considerada una de las mejores series políticas de la historia de la televisión en el Reino Unido.
Poco importa que se trate de un remake. La serie nos acerca a cómo funcionan las cosas en Washington DC, y podemos extrapolarlas a cualquier punto del planeta. Un mundo en el que, desgraciadamente, la codicia, la ambición y la corrupción están a la orden del día. Un castillo de naipes que en cualquier momento puede caer...
"Después de 22 años en el Congreso, ya se en qué dirección sopla el viento. Mi trabajo consiste en limpiar las tuberías y dejar que corra la mierda. Pero no seré el fontanero siempre. He cumplido con mi obligación y he respaldado al hombre adecuado. Dar y tomar. Bienvenidos a Washington". Francis Underwood