Verano de 2013. Nos situamos en los días posteriores al golpe de estado encabezado por el Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Egipto, Abdelfatah Al-Sisi durante la revolución en el mencionado país y destituyendo al presidente islamista, Mohammed Mursi.
Dicho golpe de estado originó grandes manifestaciones durante varios días por todo el país. Manifestantes tanto en apoyo a un régimen como al otro, con convicciones políticas y religiosas muy diversas entre ellas. Decenas de esas personas fueron detenidas y subidas a furgones, no sin antes quitarles la documentación y los móviles.
Desde los primeros fotogramas nos deja claro que vamos a vivir uno de esos largos y angustiosos días, en los cuales los arrestados lo pasarán dentro de un furgón policial sin agua y sin comida; porque las cárceles están abarrotadas. Cuando ese vehículo se pone en marcha, nadie sabe cuál es su destino, como tampoco el del pueblo que está gritando en la calle. Su único deseo es sobrevivir y salir de allí. ¿Serán capaces de superar sus diferencias ante las adversidades, que se encontrarán en el camino?
Mohamed Diab (Cairo 678) y su hermano Khaled Diab nos ofrecen una absorbente y demoledora visión de los disturbios acaecidos en 2013 y algo que se agradece, el no decantarse por unos u otros, sino que nos muestra las dos visiones, sin hacer valoración de juicio. Dos puntos de vista de una guerra sin sentido, como lo son todas, y para ello tendrán en cuenta que no estemos cómodamente sentados en la butaca, ni tampoco seamos meros observadores en una gran manifestación con tintes de crueldad máxima, sino que nos introduce en el interior del furgón. Del sucio, mugriento y caluroso furgón. Sí, esos vehículos que hemos visto tantas veces rodear a una manifestación y tal vez, como me sucede a mí, pensar a quien llevan dentro y que estarán pensando hasta llegar a la comisaria o la cárcel.
Una crítica directa y sin piedad a la sociedad y la política, no sólo hacia su país, Egipto, sino hacia Occidente; mostrando una insufrible realidad y donde Mohammed a través de su saber hacer, exige una reconciliación para su pueblo, que es quien como siempre, padece las consecuencias de una tiranía tan desconocida fuera de las fronteras de su país.
Mohammed introduce a todos sus actores en un escenario de poco más de ocho metros cuadrados, logrando de esta forma ese estado de ansiedad, claustrofobia, perdida de la libertad, de las necesidades y espacio vital del ser humano, en una soberbia dirección actoral. Eleva la angustia con la cámara en mano que se abre camino entre los detenidos para saber de ellos, sin ser el espectador consciente de tal virtuosismo y bajo la espectacular fotografía de Admed Gabr.
Un realismo que duele plano a plano, escena a escena, secuencia tras secuencia, y que en contadas ocasiones esa cruel realidad ha conseguido impactar en la gran pantalla, en otros filmes, como lo consigue Mohammed. Las grandes interpretaciones corales, logran hacer sentir al espectador incómodo en su butaca, pues se ve expuesto a toda la vulnerabilidad del ser humano, ante el yugo del opresor.
Mohammed con su segundo largometraje, vuelve a tocar los temas de denuncia con un atrevimiento admirable, en un país con graves problemas políticos y sociales. Se alza tomando a la cámara como su compañera, como su bandera de libertad, para lanzar su grito al mundo, ante los problemas tan graves que vive la sociedad que le rodea; como hiciera con su primer trabajo donde denunció el acoso sexual y el machismo.
Estamos ante un realizador inquietante, con una verdad clara en sus obras, duela a quien duela: Exponer la realidad y que sea el público el que decida actuar o no.
- Mi nota es un 8,5
- ESTRENO en ESPAÑA: 2 de Junio
- REPARTO: Nelly Karim, Hany Adel, El Sebaii Mohamed, Ahmed Abdelhamid Hefny, Mahmoud Fares, Waleed Abdel Ghany, Ahmed Dash.
- PRODUCTORA: Sampek Productions
- DISTRIBUIDORA: Golem Distribución.