“Pelé, el nacimiento de una leyenda” me ha sorprendido más de lo que esperaba. En parte, porque no llevaba ninguna idea preconcebida, ya que no soy un amante del futbol y, por otra parte, por la agilidad que los guionistas y directores Jeff y Michael Zimbalist han otorgado al filme.
A mi juicio, la primera parte de la película es la mejor. Abarca desde cuando Pelé era un niño (Leonardo Lima Carvalho) hasta su adolescencia (Kevin de Paula). Ambos actores están muy bien.
La miseria en la que vive la familia, la humidad con que esos padres crían y educan a sus hijos... El padre siempre vigilante y emocionado con las jugadas de su hijo, y ambos cómplices por el amor que ambos tienen al futbol, pues la madre no quiere que juegue al balón, sino que estudie.
Hay crítica social de la vida de los niños en las favelas, sí. Pero para ellos, cada rincón, cada espacio abierto, es parte de un campo de futbol imaginario. Momento duro cuando Pelé contempla la muerte de uno de sus mejores amigos y donde en el ambiente se respira la tristeza de haber perdido la final de 1950 contra Uruguay.
La segunda parte de la película sugiere, con algunos tintes de leyenda, que el futbol fue un invento de Brasil, donde la Capoeira o la Ginga, que era un baile que practicaban los esclavos huidos de las plantaciones en el siglo XIX, fueron parte importante de lo espectacular que es el deporte rey. Siempre sin olvidarse de rescatar a la gran leyenda que hizo recobrar la felicidad a todo un país, como fue el gran Pelé. Sobre el resto, mejor que lo disfruten ustedes.
La agilidad en la dirección de Jeff y Michael, las cuidadas interpretaciones, la impecable fotografía de Matthew Libatique, la soberbia banda sonora a cargo de A.R. Rahman, la riqueza de planos, las imágenes ralentizadas y el excelente montaje logran, sin duda, una película recomendable no solo para los amantes del futbol y de este gran deportista, sino a todo el público en general.