“Kubo y las dos cuerdas mágicas” cautiva, emociona, sobrecoge, entretiene. Podríamos decir que es la excelencia de la animación en estado de gracia. Una película inteligente y mágica que roza la perfección - CEC CINE -.
Cuando la animación corteja al arte, y el arte está al servicio de la animación, lo que el espectador ve en la gran pantalla roza la perfección, cautivando a quienes en la butaca esperan ser atrapados por una historia que comienza con una frase que es toda una declaración de intenciones: "Si vais a parpadear, hacedlo ahora...”
Y claro que atrapa. Y es por ello que procuras parpadear lo menos posible, no vaya a ser que te pierdas algún detalle importante. Esta es la actitud que hay que recomendar a aquellos que vayan a disfrutar de “Kubo y las dos cuerdas mágicas”, que se estrena en cines el próximo viernes 26 de agosto.
La película te transportará a un mundo donde la bella estética oriental es ofrecida de forma tan generosa y humilde, que sientes que te abraza. Mientras, se te muestra una película épica, al más puro estilo Kurosawa. De hecho, el propio director y presidente de la productora norteamericana LAIKA ('Los mundos de Caroline'), Travis Knight, afirmaba haberse inspirado en las obras del gran maestro, pues deseaba mostrar una película donde no sólo fuera importante la historia.
Sin duda lo consigue, pues te envuelve en sus paisajes. Y lo hace en cada escenario, en cada encuadre, en todos los espacios. Y lo más importante: el film profundiza en el interior del ser humano, escarbando gentilmente en aquello que le mueve, le emociona... Lo que busca incansablemente en la vida y lo que verdaderamente le proporciona paz.
Estamos ante una película de animación más para adultos que para niños o, al menos, eso me ha parecido a mi. El ritmo frenético de la acción se combina con aquellos momentos de sosiego en que se precisa la tranquilidad para poder escuchar lo que los personajes te van a relatar: la historia de Kubo y sus compañeros, Mona y Escarabajo.
Kubo es un niño que vive, junto a su madre, ligeramente alejado del pueblo: en una montaña cerca del mar. Su actividad diaria es la de "cuentacuentos". Todas las mañanas, al sonar una campana, baja al pueblo, donde es conocido por relatar batallas de guerreros y héroes, ayudado por sus figuras de Origami, que cobran vida cuando él toca su Shamisen. Los habitantes del pueblo se enfadan porque nunca termina sus historias, pues al nuevo sonido de esa campana, regresa a la cueva donde vive con su madre.
Kubo no es un niño normal, pues tiene un misterioso pasado. Un pasado que volverá a él para atormentarlo y ponerlo a prueba. Una prueba por la que pasará junto a sus dos compañeros. Los tres vivirán una gran aventura épica en busca de una armadura mágica que en su día fue utilizada por su padre, un legendario guerrero samurái.
Al poco de comenzar la película, el espectador dejará de pensar que está viendo un filme de animación, debido al alto realismo que nos hace creer que los personajes son de carne y hueso. A ello contribuyen también los escenarios, totalmente naturales y envueltos en una atmósfera de color que va más allá de lo existente. Nunca he visto plasmar el mar de una forma tan singular en una película de animación. Todo está perfecto, y me atrevería a decir que incluso las interpretaciones rozan lo sublime.
“Kubo y las dos cuerdas mágicas” cautiva, emociona, sobrecoge, entretiene. Podríamos decir que es la excelencia de la animación en estado de gracia. En resumen, es una película inteligente y mágica.
Si el arte japonés está representado en todas sus facetas -desde la escultura, arquitectura, pintura, música, vestuario…-, no podían faltar las figuras de Origami, el arte milenario del plegado de papel, venerado en todo Japón. El despliegue de estas figuras durante la película la llena de fantasía.
La música de Darío Marianelli, es parte fundamental de esta cinta. La banda sonora es una sinfonía perfecta para elevar las emociones, y la fotografía de Frank Passingham recrea cuadros perfectos, que te gustaría que se plasmasen en la realidad, para llevártelos a casa.
Travis Knight ha realizado un gran trabajo y lo va a tener difícil de superar. Mis felicitaciones para él, extensibles a todo su equipo. Los años de experiencia se ven colmados en esta obra maestra del cine de animación, que sigue elevando el listón hasta lo imprevisible.
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