Son muchas las películas sobre exorcismos que se han estrenado estos últimos años.
Algunas más o menos interesantes, como Exorcismo en Connecticut, Líbranos del Mal, The Possession, El Exorcismo de Emily Rose… y otras directamente infumables como Exorcismo en Georgia, Devil Inside, El Exorcismo de Micaela, El Rito… y quizá, la que hoy nos ocupa, Exorcismo en el Vaticano, sea una de las peores.
Lo primero que llama la atención es la falta de originalidad en todos los títulos en español (en inglés "The vatican tapes") y, después, esa loca fiebre por repetir temática en los últimos diez años. Empieza a apestar tanto o más que la moda zombie, ya que en ambas no hay mucho más que contar.
Exorcismo en el Vaticano parte de la base de unas secretas cintas que el Vaticano grababa realizando exorcismos. Dichas cintas son escondidas durante el paso de los años hasta que Angela, la protagonista, parece necesitar un par de bofetones sacerdotales tras un corte feo en el dedo el día de su cumpleaños.
El film está realizado sin ningún tipo de ganas por ahondar en el género, pues está compuesto de una serie de clichés que reúnen los "greatest hits" del cine de exorcismos. Pero con una desgana y mediocridad fuera de lo común.
Ni Michael Peña, ni Dougray Scott, ni Djimon Hounsou pintan absolutamente nada en este despropósito en el que cabe destacar a Olivia Taylor Dudley, ya no por su escasa interpretación, sino por ser la novia del gran Evan Glodell y por supuesto a Michael Paré, acostumbrado a la "serie B" y al cine de pésima calidad.
En definitiva, Exorcismo en el Vaticano podría ser una de las películas sobre este subgénero más aburridas y con menos ideas originales que se hayan realizado nunca… O quizá la estela de El Exorcista es demasiado larga.