Me declaro absolutamente fan de Shane Black. Tiene maravillas como Kiss Kiss Bang Bang y Dos Tipos Duros, absolutas delicias para todos los sentidos.
Después tiene esos encargos en donde más o menos deja su huella. Iron Man 3 fue uno de ellos, pero se mostraba más contenido en sus formas. Cosas de la productora, desde luego.
Sin embargo, Black regresa con otro encargo debajo del brazo en el que sí han dado vía libre a su inconfundible sentido del humor.
Resulta novedoso ver algo así en Depredador. Primero porque, aunque la saga haya ido en declive con sus devaneos con Alien, siempre me han parecido unos alienígenas bastante acojonantes. Quizá porque soy incapaz de olvidar que el primer film del 87, pese a ser Ciencia Ficción, daba un miedo de cojones.
Black hace innumerables referencias a aquel film, pero se muestra tan divertido con el equipo de marines y su absurda camaradería, que rompe cualquier tipo de molde predeterminado.
Es capaz de tener al duro más duro de toda la saga (impagable Boyd Holbrook) y al personaje más tierno y complejo de la misma: el sorprendente Jacob Tremblay.
Y claro, después está toda la acción que cabría esperar, la sangre que le ha faltado al resto de la saga y la evolución que se merecían los depredadores.
Todo ello hace de Predator uno de los films más divertidos y entretenidos de toda la purria mainstream de la cartelera veraniega.