Amenábar parece haber recuperado su pulso narrativo en la que puede ser su película más impersonal.
Y esto no es malo, no me malinterpretéis. El film funciona a la perfección como thriller de las décadas de los 80 y 90. Esos antiguos policiacos que podrían ir desde Manhantan Sur hasta Seven si me apuras, implicaban al policía de turno hasta sembrar en él dudas sobre su propia existencia y relación con el caso.
En Regresión Amenabar vuelve a jugar con la mente del espectador y con la locura como telón de fondo, haciéndonos acompañar al protagonista en su viaje a través de las mentiras de un pueblo en el que todos guardan un secreto.
Hawke, soberbio como siempre, nos invita a descubrir con él hasta que punto puede llegar la maldad del ser humano. Es decir; ¿existe una fuerza maligna llamada Satanás que nos tienta constantemente o por el contrario somos nosotros mismos los que llevamos dentro esas ganas de hacer daño?
La propuesta de lo sobrenatural contra el raciocinio no es la primera ni la última vez que se nos muestra en pantalla y por ello Amenabar juega con la ventaja de saber crear atmósferas enfermizas que juegan a favor de una historia que aunque haya sido vista cientos de veces, podría resultar ser el mejor trabajo de su director.
Cierto es que no aporta nada nuevo, pero yo prefiero infinitamente más al Amenabar de Abre los Ojos, Los Otros o Regresión que al de las torpes Mar Adentro y Ágora.
Esperemos que el director continúe por esta línea, pues su película más terrorífica estará aún por llegar.