Siempre me ha llamado la atención la falta de tacto que tienen los americanos a la hora de firmar un remake.
Les da exactamente igual el resultado o la poca creatividad que tienen de puertas para afuera. Si hay una buena idea, la robamos.
Innumerables casos podría citar, pero el que hoy nos trae entre manos es el nuevo film de Billy Ray, una libre adaptación de aquella maravillosa película argentina llamada El Secreto de sus Ojos, de nuestro querido Campanella.
No hay una mala ejecución en el tramposo guión -el original también lo era-, ni tampoco nada que reprochar a su trío protagonista pese a la cara de cartón piedra de la Kidman. El problema es la falta de alma y pasión que los guionistas insuflan en la historia, pues uno de los grandes aciertos de la original era la perfecta simbiosis de lo emocional y lo sentimental, algo latente en toda la obra de Campanella.
Si a la película yankie la despojas de todo eso, al final te queda un thriller pesado, fácil de olvidar el mismo día de su visionado. Billy Ray parece haber rodado el film con el piloto automático puesto, como el que va a trabajar de lunes a viernes sabiendo que puede hacer lo mismo con la cabeza puesta en el partido de fútbol que verá por la noche.
Esto es imparable. La fiebre de remakes ni tiene ni tendrá nunca fin, así que tomémoslo con la mayor calma posible.