La nueva entrega de Bond es, sin lugar a dudas, la fiesta definitiva hasta la fecha.
Spectre continúa inmediatamente después de donde lo dejó Skyfall. Con un 007 buscando respuestas a la muerte de M y ya de paso, de su propio pasado.
No es necesario añadir que el bueno de Daniel Craig ha sido sin duda el plato fuerte de una nueva saga en la que por primera vez hemos visto aspectos mucho más personales de nuestro héroe.
También le hemos visto pasarlas putas, sangrar, perder a seres amados, hacerse mayor y ajusticiar a los malos como el brazo ejecutor que en todo momento debería haber sido su personaje.
Cierto es que Sam Mendes era el director que la saga estaba necesitando para convertir, aún más, a nuestro espía favorito en un ser complejo y atormentado. Es lo que pasa cuando le das a un director de cine independiente una de las franquicias más comerciales de la historia.
Quizá de las cuatro entregas de Craig, esta sea la más Bond de todas, pues si a la seriedad del actor le añades todos los ingredientes que mencionábamos anteriormente, no solo veníamos de oscurecer la saga hasta limites insospechados, sino que ciertos aspectos de 007 se habían perdido por el camino. Su sinvergonzonería, la ironía del personaje, su sentido del humor, aquellos inventillos de Q…
Spectre recupera todo eso y más, volviendo a Craig más Bond que nunca.
Aún así, Spectre está llena de acción. Persecuciones, peleas y un ritmo tan trepidante como exquisito. Pero no todo es acción y este Bond se supera con creces en las escenas más intimistas, llegando a homenajear incluso al Eyes Wide Shut de propio Kubrick. Maravillosa la escena de la reunión en Roma, llena de incómodos silencios que cortaban la respiración en toda la sala de cine.
Solo le pido a los creadores de la saga que nos den un poquito más de Craig, el cual parece retirarse con broche de oro al final del film. Habrá más Bond, pero quizá no en la piel de este demonio de ojos azules y eso me entristece profundamente pues es imposible no encariñarse con su creación.
Gracias por estas cuatro entregas y por limpiar el nombre de un personaje que Brosnan había ridiculizado.
Larga vida a 007.