English: Portrait of Josep Pla (catalan writer, 1917). Català: Retrat de Josep Pla (1917) (Photo credit: Wikipedia)
No fue hasta leer "Paseos por Roma", de Stendhal, que no advertí lo mucho y bien que Pla lo había leído. No recuerdo que él lo mencionase expresamente, como sí mencionaba a Montaigne entre sus lecturas, pero me parece obvio.
Ambos amaban Italia, ambos apostaban en su estilo por la claridad y los dos tienen una postura problemática frente a la novela. Sé que es ridículo decir que el que es tal vez uno de los mayores novelistas de todos los tiempos tiene una postura problemática frente a la novela, pero es en ese punto de coincidencia entre ambos donde Stendhal triunfa y Pla, en apariencia, fracasa.
Se ha dicho muchas veces que Pla no pudo escribir una novela porque era incapaz de hacer hablar o moverse a un personaje de manera distinta a como lo haría él; que Pla no puede dejar de intervenir en el normal desarrollo de la narración ¿Acaso puede Stendhal? Alguien que se definió como egotista y que interviene como narrador parcial omnipresente cuando la lectura puede no ir por donde él quiere, orientando, dando opiniones políticas, acompañando al lector por el lado correcto de la trama. Stendhal hace lo contrario de lo que recomendaba Henry James: "No lo digas, muéstralo", y, sin embargo, funciona: es uno de los novelistas mayores, casi un capítulo en sí mísmo de la historia de la novela. Ni siquiera Tolstoi, otro de los grandes, logra lo que logra Stendhal: en cuanto introduce a un pesado moralista en Anna Karenina para que oriente su lectura, más queremos a Anna. ¿ Cómo lo logra Stendhal? Confieso que no tengo ni la menor idea. Pero si el método que emplea no lo invalida como novelista, tal vez a Pla tampoco.
El carrer estret., se considera, como un acto de generosidad, una novela disfrazada. Cuesta entender que, tras pasar por un siglo en el que la novela ha podido ser cualquier cosa, desde un poema a un reportaje, todavía no nos atrevamos a llamarla novela a secas. Si Isherwood podía recurrir a su diario íntimo para construir una novela, haciéndolo formar parte de ella, no entiendo por qué Pla no puede usarse a sí mísmo para construir otra. Por otro lado, nadie discute el talento de Pla como escritor de libros de viaje, aun teniendo en cuenta su peculiaridad como escritor de dichos libros: Pla no viaja para descubrir, sino para confirmar. Ya sabe qué es lo que va a encontrar aun antes de salir de casa. Es del todo programático; guiado por el noucentisme, sus opiniones y observaciones son las mismas en 1925 que en 1980. Sabiendo esto, es algo bobo criticarlo diciendo que a veces describe un país sin bajarse del barco; según sus propias premisas, Pla no necesita callejear ni el color local para describir lo que le interesa de un país, a menudo con resultados espléndidos. Es decir, el viaje nunca cambia a Pla, uno de los atractivos de los relatos de viajeros y su contacto con lo diferente. Una característica de los relatos viajeros de Pla es que para él no hay viaje pequeño: pondrá la misma energia y talento para explicar el éxodo de los judíos marroquíes a Israel a bordo del Teodor Herzl en 1957 que un viaje en autobús de Barcelona a Llofriu.
Josep Pla visita Ullastret (Photo credit: Museu d'Arqueologia de Catalunya)
Navegació d' estiu es un híbrido entre el libro de viajes y la novela. Narra el crucero en una pequeña embarcación de vela que Pla, su amigo del colegio Albert y el marinero Martinet hacen de Porbou a Peñíscola, por un litoral que abandona el melodrama en cuanto deja al norte la desembocadura de la Tordera. Pero ni lo doméstico del viaje impide a Pla hablarnos de los vientos, los vinos, los pueblos, los platos, las artes de pesca, los libros y los escritores relacionados con esa costa y, sobre todo, de los cambios que se han producido en ese litoral que parece hecho a propósito para la navegación despreocupada y dominguera. No falta, tampoco, el color local de la sempiterna pareja de números de la Guardia Civil paseándose por los puertos, los pescadores descalzos y siempre deseosos de volver a tierra o las agudas reflexiones sobre la urbanización futura y la desaparición de un paisaje milenario. Y a la vista de las murallas de Peñíscola se desata una pormenorizada narración sobre las vicisitudes de la vida y el siglo del Papa Luna similar a la breve historia del Papado que Stendhal esbozaba a propósito del cónclave que coincidió con su estancia en Roma.
Navegació d' estiu se acomoda con mansedumbre y decoro entre las ondas de la impresionante obra completa de Pla, un autor que, de haber nacido en los Estados Unidos, sería hoy un lugar común de la literatura universal, pero escribió en una lengua milenaria, no siempre permitida y con un número relativamente modesto de hablantes. Pla es una excusa perfecta para aprenderla.