High Fidelity (film) (Photo credit: Wikipedia)
Muchos recordarán la obra más conocida de Hornby, ya sea en su versión escrita o filmada, aquella que se tituló "Alta Fidelidad", en la que elaboraba diversos top 5 de la música relacionados con momentos o situaciones de su vida.
Algunos le ven como el escritor "pop" por excelencia desde que en "High Fidelity" retratara a los enfermos de la música, que incluso se aferraron a la novela como si fuera su Santo Grial. Una vez superado el miedo que dió a todos sus lectores la adaptación al cine protagonizada por John Cusack y que en su momento no decepcionó, aunque si la repasamos hoy en día veremos que no se ha mantenido con igual fuerza con el paso del tiempo. Los melómanos se agarraron a ella como si de una cosa personal se tratara.
Él es un enamorado de la música, y en todo lo que hace, ésta tiene protagonismo. Pero pocas veces el producto pareció tan claro como es en este caso, pues un libro titulado "31 canciones" no debería provocar muchas dudas a nadie. Sin embargo, creemos que este libro es el que más se tiene que explicar de antemano, y el que necesita más guía para que nadie vaya a buscar lo que no va a encontrar en él.
Ante todo, desviar a los amantes de la alta literatura: les parecerá un fraude. Y en segundo lugar, cuidado con los aficionados a la música. Hornby explica, sencillamente, por qué le gustan esos temas,una selección muy personal de lo mejor que ha dado el pop anglosajón en el último medio siglo. Los autores son muy distintos y el único criterio no parece atender a razones musicales, sino más bien a recuerdos, experiencias o situaciones vividas que le conectan a ellas.
Las canciones son tan sólo una coartada del autor para explicar cosas tales como el hecho de que su hijo, que es autista y reacciona a muy pocos impulsos, reacciona con una de las canciones seleccionadas (al fin y al cabo, un nuevo homenaje a la música y su poder emocional en las personas).
Tus 31 canciones serían unas, y las de otro serían otras. Las de Nick Hornby son las presentes en este libro, y así podemos también ir conociendo sus experiencias en la vida, como cuando se separó de su mujer o de sus amigos, del gran dilema que le supuso vender los derechos de su novela para llevarla al cine, pero siempre relacionado con la música, y haciendo algunos apuntes y aclaraciones típicos de los enfermos de la música, que es una de las mejores enfermedades que podremos contraer en lo que nos queda de vida.
Un fanático, un mitómano, un amante de la música. El libro es muy fácil de leer, pero para el que no soporte este hábito de la lectura, y sólo quiera música, también hay un cd disponible que algún avispado se encargó de comercializar, que empieza con una canción de Teenage Fanclub (Hornby explica por qué, a ver si este anzuelo hace ganar un lector de libros).
En definitiva, cómo marca la música algunos pasajes de la vida de cada persona, y en este caso, de la suya. Escojo, para cerrar el artículo, una de las 31, no por ser mi preferida, sino por ser la que más ha escuchado el escritor, y también por la explicación y los matices que da, quitándole hierro al asunto, con un personaje como Bruce Springsteen, que quizás piensa que sus canciones son tomadas a pecho por todos los melómanos del mundo:
'Thunder Road', como las otras 30 canciones del libro, ha pasado a ser de su propiedad: "Es un proceso parecido al de enamorarse. No eliges necesariamente a la persona mejor, ni a la más sensata, ni a la más guapa: persigues otra cosa".
"[La primera vez] no iba conduciendo (...) por ninguna autopista de peaje ni carretera ni autovía y el viento no me alborotaba el cabello porque no tengo ni descapotable ni cabello". Nada del romanticismo maldito que en teoría contiene la letra, que el autor considera recargada ó la figura del propio Springsteen.