Dicen que Herman Hesse consideró su obra de 1922 como un poema hindú. Queremos creer que este gran genio de las letras escribió esta novela en clave atemporal y bien pudo ser leída después de la I Guerra Mundial como en nuestros días.
Se trata de la búsqueda interior de un joven que, por el caso, se da en la India y esta es una cosa más que queremos resaltar y es que bien poco importa en que lugar del mundo o época histórica se halle uno, el deber del ser humano debería ser el del joven Siddhartha, la búsqueda del propio yo y de la sabiduría, de verdad por medio de la experiencia que pasa primero por una reducción de todo cuanto nos envuelve y que nada tiene que ver con nosotros...
Creo que la novela tiene una fuerte carga biográfica ya que Hesse rompió con todo y se fue a la India en busca de su propio yo. Abandonó la escuela y su forma de vida. Sobre esto, no creo que sea necesario cambiar de ámbito geográfico para llegar al propio "yo". Quizás la distancia ayude a materializar dicho cambio en la mente del ser humano o quizás fue un pretexto para viajar. Conociendo a Hesse, me quedo con la primera opción. Por supuesto que es criticable y de hecho aquí ya sabéis que criticamos eso de irse lejos para encontrarse de cerca. Me parece patético pero me parece todavía más lamentable quedarse cerca sin cambio alguno ni siquiera en la voluntad de querer ser uno mismo.
Hesse apostó por encontrar su propio Yo.
El ser humano, sea de la raza que sea, se encuentra en el momento de su nacimiento en una cuna u otra pero cabe hacer la debida reflexión sobre los tortuosos caminos del alma y de la propia esencia. Hacemos caso omiso o bien extrapolamos toda la jerga religiosa hinduista, que me parece lamentable así como me parecen lamentables todas las religiones del mundo, que se corresponde con las estancias del genio en la India ya que toda religión es mala por obligar a sus devotos a seguir caminos trazados por otros antes. Por ello, el joven Siddharta, reniega de su condición de Hindú y se lanza a la conquista de otras formas de vida todavía más auteras de tal forma que reduce sus necesidades vitales hasta el ínfimo y realmente se da a la vida de asceta.
Admirable o no el modo de vida que elije sí que me parece una apuesta que todo el mundo debería hacer. No digo dejar de lado las comodidades que nos proporciona el dinero (aunque sí que deberíamos reflexionarlas y desapegarnos de ellas, este es uno de los mensajes del budismo: no apegarse a aquello que no es nuestro así se consigue una vida de "no apego" que, en principio debería hacernos menos infelices.) En todo caso, discuto lo anteriormente dicho ya que, si bien es verdad que el no apego puede producir una sensación de libertad, tampoco tiene porqué acarrear consigo la liberación del alma. El no apego tan sólo proporciona la tranquilidad de saber que nada nos pertenece, en este sentido llegamos al pensamiento Nietzscheano y es que nada pertenece a nada y nada tiene, por ende, sentido.
De algún modo, Siddhartha reniega de su condición de niño aburguesado (siempre entendiendo el aburguesamiento en el contexto correspondiente al lugar/época) para seguir su propio camino ya que una mente inquieta como la suya ansiaba el saber total y absoluto.
La obtención de respuestas sobre los intrincados de la vida era su mayor deseo y al final se llega a la conclusión....
que no pienso desvelar pues no deseo, y nuestros fieles lectores ya lo sabrán, crear dogma alguno sobre lo que se puede extraer de la novela.
Que cada uno interprete el desenlace como lo prefiera pues de eso se trata, después de un seguimiento de la evolución del personaje que cada uno, habiéndose empapado de sus vivencias y habiendo obtenido cierto grado de empatía, en la medida de lo posible, juzgue a su modo de ver y de sentir esa realidad.
En definitiva, es una novela que creo necesaria leer al menos una vez en la vida ya que retrata, de algún modo, esa necesidad imperante que nos corroe por dentro: la necesidad de llegar al fonde de todo, de encontrar respuestas, de saber quiénes somos y qué queremos, de dibujar nuestra silueta en la marea de humanos que nos envuelve, de quitarse todas la etiquetas que la sociedad nos ha colgado. Tenemos, durante una época, que querer definirnos, es el imperativo del verbo ser y debería ser el imperativo del SER humano.