Nueva sección sobre otra disciplina cultural y creativa, básica e importantísima: la escritura. Animamos a todo aquel que escriba relatos a que se anime a enviarnos el suyo, pues esto forma parte de un NUEVO proyecto futuro que no podemos adelantar.
1-. RELATOS.
1.1.- "Los muertos y los suicidados"
Para él, la humanidad se podía dividir en dos clases: los muertos y los suicidados.
Los primeros eran aquellos que, por sistema, acataban todas las convenciones sociales: nacer, ser educado en base a un ordenamiento social, proseguir desanimadamente una existencia ficticia creada para que los humanos la siguieran, y que se basaba en encontrar un trabajo, una pareja, procrear, someterse a la presión social de querer poseer los bienes materiales e inmateriales que ciertos entes poderosos hacían creer que era la única manera de hallar una vida plena, la felicidad.
¡Ahhh, la felicidad! Cuanto ruído entorno a la misma, cuánta mierda se les había hecho tragar a esos seres diminutos e insignificantes llamados humanos para que aspiraran a lo único que podía depender de ellos y que en realidad no dependía para nada en aquellos tiempos porque todo pasaba por el bienestar económico. La sociedad del bienestar era la sociedad en la cual se suicidaba más gente, en la cual se cometían más asesinatos, en la cual se respiraba más violencia por las calles... la sociedad del bienestar... ¡qué gran ironía!. Nuevas enfermedades rondaban por las calles: anorexia, bulimia, todas ellas en pos de conseguir una imagen, un estado del cuerpo asociado a la perfección que se marchitaría con el paso del tiempo. Un poema de Pierre de Ronsard asomaba de algún modo por los recónditos lugares de su mente: Mignonne allons voir si la rose... La juventud y todo el negocio que se había erigido entorno a ella. Una de las quimeras de la era de la tecnología. Millones de hombres y sobretodo mujeres intentaban ganar una partida perdida al tiempo: permanecer eternamente jóvenes: "forever young", aunque la canción se refería a otro tipo de juventud. Sí, todo aquello movía millones de unidades monetarias de cualquier país, movía a masas dispuestas a arriesgar sus vidas con la finalidad de estar bellas.
¿Qué era sin embargo la belleza? ¿Quién dictaminaba lo que era la belleza? ¡Cuánta estupidez debía aguantar todos los días! ¡Qué insignificante parecía todo en aquel lugar, en aquellos lugares! ¿Con qué finalidad se cometían aquellas atrocidades contra uno mismo? La belleza era uno de los canales para fomentar la frustración entre los individuos de una sociedad ahora globalizada con una celeridad inimaginable... Métodos y técnicas de tratamiento de imágenes para que las fotografías parecieran perfectas, un ideal de belleza al cual nadie llegaría nunca. Frustración, consumo de cirugía, sí consumo y no uso, consumo de cremas: las anti- ojeras, las anti- arrugas, antie-edad, anti- patas de gallo, anti- caída de cabello, anti-cabellos blancos, las anti-flacidez, las anti-celulitis, anti- estrías, anti-todo, anti- personalidad, anti- pensamiento. No habían nacido las anti-encefalogramas planos todavía, una lástima. Todo aquel espectáculo era deplorable, una vergüenza para la raza humana.
¡La raza humana! Sólo el pensar en ella le provocaba arcadas. Frustración, condena, soledad, miedo, dominación... no, él no quería estar inmerso en todo aquel teatro mundial, no, él renegaba de su condición de ser humano, no, él no sentía nada de todo aquello como propio. Él pertenecía claramente al grupo de los suicidados en vida.
Los suicidados... seres vivos por dentro aunque socialmente muertos. Seres que ya no esperan nada de la vida ni de nadie. Seres que, una vez comprobadas u observadas todas las posibilidades que en teoría les ofrece la sociedad, llegan a la conclusión de que las posibilidades reales en ese mundo son nulas, al menos para ellos. No se trata de una negación rebelde, ni de una travesía a contracorriente, sino del resultado objetivo que se obtiene de la experimentación, el análisis consciente y la información obtenida a través de la observación de datos propios y ajenos, cercanos y lejanos, similares y dispares.
La toma de consciencia del callejón sin salida que es la vida para ellos hace que llegue el momento de tomar la decisión y de suicidarse en vida para poder seguir viviéndola intensamente. La otra opción es la del cementerio viviente, es decir, agarrarse a aquello que nos han machacado desde que nacimos a través de impulsos verbales, gestuales o subliminales, aunque aquello a lo que nos tengamos que agarrar ni les llene, ni les apasione, ni les asegure nada más que una cierta seguridad, una comodidad engañosa, unas creencias irracionales o una tierra prometida que ninguna de nuestras anteriores generaciones ha conseguido pisar en firme, precisamente porque la marca de la casa son esas arenas movedizas a las que te condenas de por vida, pues cualquier día puede ocurrir un terrible accidente y desaparecer uno de los elementos sostenidos por un frágil hilo invisible.
De alguna manera el que se suicida es aquel que toma la firme decisión de depender de uno mismo sin que la intervención de otros afecte a uno. Todo aquello que se percibe como vida. Poda de Nietzsche. El objetivo no será salvarse sino hacer más ameno el camino. Se trata de creer en el camino.