“La experiencia histórica nos ha demostrado que la libertad de prensa ha servido como escudo para manipular las consciencias, desinformar al pueblo y hacer trampas en la política[…]”
Víctor Afanasiev (1982), director de Pravda
Me parece fundamental estrenarme con el libro de Guy Durandin “La información, la desinformación y la realidad”. Puede que, a simple vista, parezca otro libro “aburrido” que sólo leen los profesores porque el autor es amigo suyo. Pero nada más lejos de la realidad. Cuando me hice con este libro buscaba el fin de encontrar inspiración para una tarea académica y, una vez conseguido mi objetivo, devolverlo rápidamente. Por mucho que me apasione la lectura, no escapo a los prejuicios que todos los estudiantes tenemos sobre los libros de la bibliotecas de la facultad, de los que creemos que son manuales del s. XIII escritos en runas.
Abrí un par de páginas al azar y leí cosas que todos intuimos pero que no nos atrevemos a confirmar: chanchullos entre líderes políticos, hechos aparentemente fortuitos que escondían minuciosos planes de acción, incluso eliminación y falsificación de hechos históricos. Aunque me costaba dejar de leer, decidí relajarme y empezar desde el principio...
“[…] Resulta posible mentir, incluso a propósito de hechos relativamente simples, cuando el número de testimonios es precario. Por ejemplo, el día 1 de septiembre de 1939, la prensa nazi anunció que una emisora de radio alemana situada en Gleiwitz, lugar próximo a la frontera alemano-polaca, fue atacada por soldados polacos. Hitler anunció un discurso por la radio diciendo que el vaso de su paciencia se había colmado. La escena se había producido de hecho, con la ligera diferencia de que el asaltante era en realidad un comando integrado por siete nazis, disfrazados de soldados polacos. El incidente fue urdido por Heydrich, responsable de la <<SD>> (Servicio de Seguridad) para que sirviera como pretexto para la agresión contra Polonia […]”.
Y así con mil ejemplos más. Desde un punto de vista funcional –y, sin duda, superficial- podría parecernos poco útil enterarnos de las grandes mentiras del pasado que sólo sirve para irritarnos y frustrarnos al comprobar cómo “los de siempre” pagaban las consecuencias de los sucios juegos de “las grandes mentes”. Sin embargo, desde mi punto de vista, creo que es completamente necesario e incluso obligatorio conocer la Historia para no repetir los errores del pasado, aunque el ser humano sea el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. O, para ser exactos, con los mismos “listillos”...
En este libro, Durandin explica las diferentes tretas que utilizan tanto los líderes de un país como los medios de comunicación para manejar a la población a su antojo, llegando, incluso, a crear su opinión para obtener victorias políticas o justificar crímenes. Los ejemplos que proporciona este libro no son ficticios, sino todo lo contrario, por lo que la expresión "la realidad siempre supera a la ficción" adquiere un gran sentido.
Recomiendo este libro a todos aquellos que teman caer en desinformaciones y mentiras en su actividad periodística y a los receptores de esta actividad para que, poco a poco, consigamos que los medios cumplan su verdadera función: proteger a la ciudadanía y garantizar nuestros derechos fundamentales de aquellos que sueñan con arrebatárnoslos.