En días como hoy me revuelven el estómago los humanos. Sí, soy totalmente misántropa y el desprecio que siento hacia nuestra raza es inconmesurable. Una vez un imbécil me dijo que yo no podía ser misántropa porque me relacionaba y salía de fiesta y qué sé yo que más gilipolleces salieron por su boca. Es de entender que la misantropía tiene niveles igual que las enfermedades mentales y hay días (como ya he dicho hoy es uno de esos días) en los que se agudiza hasta volverse insoportable.
Normalmente, hablo de mi caso, viene asociada a la visión nihilista del mundo. Dicha visión está más que interiorizada forma parte del carácter de la persona, pero hay que pasarla por alto y autoengañarnos cotidianamente para continuar levantándonos por la mañana. Uno debe ser consciente que toda labor que lleva a cabo no es más que una nimiedad que no trascenderá de ningún modo. Quizás llegue a influir en el presente de uno, no obstante, no es una realidad palpable, sólo lo imaginamos.
Digo que la misantrópía va asociado a una visión nihilista de la vida porque en el proceso de reducción de la complejidad aparente en la simpleza más absoluta se llega a la conclusión de que "nada conduce a nada" y que cualquier cosa que se haga o se diga es absolutamente trivial y obvia. Por eso, al palpar la absurdidad de la realidad uno se siente mal al escuchar a la gente con sus problemas. Uno se siente desubicado de la corriente. Uno se desprende del transcurso del mundo y se convierte en un satélite, en un apéndice que depende parcialmente del órganismo central. Todo el funcionamiento se vuelve estúpido y absurdo y, con él, los humanos que juegan en la inmensa liga global pierden totalmente la razón de existir y cualquier palabra que digan o cualquier gesto que hagan me parece insultantemente necio y vacuo.
Y con esto me incluyo pero, a diferencia del resto y como diría Larry David en "Si la cosa funciona", yo tengo visión global y veo más allá de lo que hay en apariencia. Me da la sensación de que percibo mucho más que el resto. ¿Y si el resto de la humanidad se comporta igual que yo y en realidad todo el mundo es consciente del vacio? Imposible porque entonces tendríamos una raza de genios y, lo siento, pero nuestra raza está muy alejada no de la genialidad sino de la mediocridad incluso. Y lo sé porque somos incapaces de reflexionar. Las reglas del juego son absolutamente ridículas y los entramados que se tejen parecen sacados de patios de escuela.
En absolutamente todas las empresas hay el mismo perfil de incompetentes. El jefe siempre es más imbécil que tú porque conoce a tal o tal persona que lo ha "enchufado". La meritocracia ha pasado a ser el saber moverse en la pirámide corporativa. Se reduce a tener claro el escoger qué culo lamer y no importa demasiado si el trabajo se lleva a cabo satisfactoriamente. Me parece repugnante. Deberíamos saber separar el trigo de la paja y, con eso, deberíamos aprender a dejar los sentimientos a un lado. No deberían mezclarse en la toma de decisiones siendo éstas totalmente objetivas y basadas en lo números, en la eficiencia o la efectividad de cada cual.
Las empresas son hervideros de imbecilidad donde los humanos, los gusanos, van a relacionarse y a hacer sociedad. A competir por ser el más mejor, la más guapa, el más alto, el que mejor combina los colores, la que más delgada está. Y se dejan llevar por la envidia. La envidia y el aburrimiento combinados resultan ser un cóctel explosivo y altamente peligroso que da rienda suelta a la masa de ovejas analfabetas sentimentales y a su ridículo microcosmos en el que pretenden destacar por todo lo alto.
No tiene nada que ver, en mi opinión la misantropía con el hecho de ser una persona alegre y feliz. Incurrimos en el error de asociar misántropo a persona amargada e infeliz igual que está expandido el hecho de asociar pesimismo con tristeza y no sé qué más. No somos personas desdichadas los que no vemos futuro ni nos gustan nuestros semejantes. No me importa suscribir que no todo el mundo tiene derecho a la vida pese a lo que digan los derechos humanos. Esto es como todo, uno tiene que ser consciente de sus puntos fuertes y de los débiles y tiene que saber dónde están sus limitaciones. Hay que aprender a aceptarse tal cual uno es, sin más. Hay que aprender a quererse tal cual uno es sin lamentar no ser más listo, más simpático, más abierto, más sonriente, más delgado, más locuaz, más carismático...
Tendemos siempre a mirar aquello que no tenemos, aquello que nos gustaría tener pero que no nos tocó en el reparto de bienes que dicta la Naturaleza. Sin embargo, pasamos por alto todo lo que sí poseemos y que constituye parte de nuestra riqueza personal y nos diferencia del resto... ¿por qué no somos capaces de vivir con lo que tenemos sin querer aquello que será imposible obtener porque NO somos como querríamos ser?
Para vivir en paz con uno mismo y con lo que nos rodea aceptemos que esto es lo que hay, apaguemos el televisor (la dictadura de la moda) y obviemos los mensajes. Hay que salirse de la sociedad o la perpetua imbecilidad humana nos comerá la cabeza.
Aceptemos ya de una vez que tenemos pequeñas maravillas dentro de nosotros mismos y que deberíamos potenciarlas en vez de negarlas constantemente con el fin de vestirnos con cualidades que no nos pertenecen.
Y hasta aquí dejo que cada cual reflexione sobre quién es y lo que hace para negarse, de quién tiene envidia y por qué la tiene. Creo que no está nada mal el artículo para ser una misántropa pesimista... ni el más optimista o sociable de los imbéciles hubiera escrito algo tan esperanzador como esto. La esperanza de la humanidad está dentro del ser humano, sólo hay que desplegarla uno por uno...