La jornada del viernes comenzaba con uno de mis artistas favoritos, John Grant, que jamás falla, del que no solo recomiendo sus discos y directos, sino también sus entrevistas, en las que siempre se abre en canal, mostrándose tal y como es.
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Tuvo la mala fortuna que justo en su concierto apareció la lluvia, que solo respetó el primer tema "Vietnam", pero hay que decir que tuvo su magia. Uno de los momentos más emocionantes fue la interpretación de "Marz", mi canción favorita, seguramente uno de los temas escritos con mayor sensibilidad sobre la infancia y con la que ya empezó a llover, la mejor excusa para ocultar las lagrimitas de emoción del momento...
Si John Grant parecía insuperable, llegó el turno de lo mejor de la noche, la actuación de Slowdive...
Una de las grandes sorpresas que nos daba el festival era el regreso a los escenarios, tras 20 años, de Slowdive. Difícil de explicar la experiencia extrasensorial que allí se vivió: la unión de sus celestiales voces y el sonido de sus fascinantes guitarras hicieron que se crease una poco habitual comunión entre público y banda.
Esperamos que esta unión dé para una gira y los podamos volver a gozar, ya que el éxito de anoche de la banda inglesa es, sencillamente, indiscutible.
Disfrutamos de The War on Drugs, que tuvo que luchar con uno de esos duros solapamientos habituales del Festival, en este caso, con Pixies. La banda de Kurt Vile salió airosa de una actuación a medio camino entre el folk americano y el indie. Un notable, a pesar del retraso de media hora, que por otro lado, muchos de los que llegábamos desde el escenario Sony de ver a Slowdive, agradecimos.
Los cabeza de cartel del viernes eran los nortemericanos The National. Su directo estuvo lleno de matices y la potencia de sus composiciones, junto a unos espectaculares efectos visuales, hicieron que conquistasen al público presente.
Hubo sorpresas como la aparición del cantante de "The Walkmen", a quién el propio Matt Berninger, después de presentarlo, lo dejó solo en el escenario, ya que bajó para unirse al público y allí se quedo parte del concierto, y es que el líder de la banda se mostró demasiado histriónico.
La noche acabó con la accidentada actuación de los británicos SBTRKT y los habituales ¡¡¡ (Chck chck chck).
En definitiva, una segunda noche de emociones fuertes, desde los extremos más distintos y distantes que uno pueda imaginar y describir. Había que estar para sentirlo.