Image via Wikipedia
Esta misma semana la conocida red social se ha negado a ello. Según informó el propio Ministerio, «Twitter se ha negado a bloquear los perfiles para preservar la libertad de expresión».
Ambas noticias fueron twitteadas por infinidad de usuarios.
Se quiere acabar con algo como la anorexia, y la culpa es siempre de internet. Pero, como en todos los temas, esto ocurre por algún motivo más de fondo y, sobretodo, de raíz. Y el motivo ya es múltiple.
El culto al cuerpo ya es una enfermedad general de todo el mundo. De los que miran y de los que se quieren hacer mirar.
Los ataques a nuestra retina y mentes son constantes. Recibimos cientos de impactos al día orientados al atractivo físico. Y nadie se mete con ninguno de ellos: para empezar, tenemos los anuncios y publicidades de todo tipo que fomentan 'los cuerpos 10': tanto aquellos que anuncian todo tipo de productos para adelgazar, como los que simplemente meten a una persona atractiva para vender más...
Nadie dice nada de algunos programas de televisión donde lo importante es 'estar bueno/a' para poder participar. Tampoco se prohiben, ni en horario infantil, aquellos programas del corazón que hablan u opinan (infectan) con comentarios de famosos en los que se valora lo delgada que está esta persona o la otra, e incluso se ríen de aquel personaje famoso que ha engordado. Por supuesto, ni que decir tiene que los presentadores, reporteros y pseudo-periodistas del momento, junto a los pseudo-presentadores que desgraciadamente nos tenemos que comer en nuestras televisiones, son, por lo general, personas atractivas. Y el que no lo es, ya se encargan unos maquilladores de arreglarlo al máximo.
Estamos en la sociedad de las apariencias, donde incluso en una entrevista de trabajo cualquiera (ya no hace falta que sea para intentar ser presentadora, actriz o prostituta), se requiere una buena presencia física. La sociedad donde hay que ir bien vestido a cualquier entrevista o acto social, la sociedad donde el cotilleo y el comentario está a la orden del día, la sociedad que te juzga por tu cuerpo, la sociedad en la que, si tu pareja es más o menos atractiva, se te tiene más o menos respeto, la sociedad que cada día te inunda con cientos de impactos sobre tu físico y el de los otros.
Image via CrunchBase
Luego nos hablan, como vemos en la imagen inicial de este artículo, de que en la variedad está el gusto. Pues no lo parece, según vemos en anuncios, programas de tv y fiestas de guardar. Y ahora quieren acabar con la anorexia (o reducirla) a través de Twitter. Gran idea. Un poco tardía, pero muy buena. Seguro que si acaban con los comentarios sobre anorexia y bulímia, acabarán con el fomento de estas dos enfermedades. Seguro que sí. Lo que es una pena es que, cuando tu hija adolescente vaya al colegio, sus compañeras habrán ido a comprarse lo último en cualquier tienda de ropa, que fomenta la talla más pequeña y ajustada. Y cuando vuelva de clase, podrá conectar cualquiera de nuestras cadenas de telemierda para ver un programa del corazón donde se valora, por encima de todo, la apariencia, salpicado de anuncios con gente atractiva que hace milagros con sólo ingerir un producto.
Y lo peor de todo: esos programas son irrenunciables porque congregan las máximas audiencias de nuestras televisiones. Es decir, a la gente les gusta. Les gusta a esa gran mayoría que adquirirá los productos milagrosos que anuncian esas personas famosas perfectas. Esa misma mayoría que va a actos sociales donde se te juzga por tu apariencia. Que trabaja en empresas en las que se te selecciona según tu buena presencia, y donde hay potestad para hacer que una mujer tenga que ir en minifalda. Gente que critica y se ríe del que no es atractivo, y persigue y alardea al que sí lo es. Gente que irá a fiestas sociales con el gran objetivo de mantener en lo más alto que pueda, su apariencia.
Image by Alejandro Sosa Briceño via Flickr
Para acabar con la anorexia, y tantos otros temas, hacen falta muchas más iniciativas que las de suprimir los comentarios en twitter. Hace falta cambiar toda una sociedad enferma y sin valores. Y a una población que no piensa, no actúa y se deja llevar.
Lo único que podemos hacer para empezar una posible revolución contra las apariencias, lo podemos hacer desde nosotros mismos, cada uno, no contribuyendo en absolutamente nada de todo lo comentado y pidiendo responsabilidades a muchos entes. Pero quizás sea ya demasiado tarde. Hoy, en "Documentos tv", se dedica un nuevo documental a la anorexia y bulimia. Como hemos podido ver en la sinopsis publicada por esta web, "El documental Enfrentarse a la anorexia muestra la gravedad de la enfermedad y los diferentes tratamientos utilizados, sin demasiado éxito, entre las afectadas". No me extraña: por más tratamientos que inventen, esto no lo frena nadie hasta que acabemos con esta sociedad estúpida que vive de la fachada y apariencias de unos y otros.
Si haces un análisis crítico contigo mismo, y no hace falta que sea muy profundo, sabrás que tú también has contribuído, en mayor o menor medida, a la sociedad de las apariencias y al culto al cuerpo, ya sea de una forma u otra. Empieza el cambio por ti mismo, como decía Michael Jackson (un ser machacado también por su apariencia) en su genial "Man in the mirror", con la que os dejo. Nos queda la música.
"Ningún mensaje podría haber sido más claro: si quieres hacer del mundo un lugar mejor, mírate a ti mismo y haz un cambio"
no puedo estar más de acuerdo contigo. No sólo estamos continuamente siendo bombardeados por imágenes y comentarios acerca de importante que es tener una buena imagen, sino que además nos educan en todo ese tipo de mierdas superficiales.
Y no sólo pasa a nivel físico, porque en las últimas décadas se ha instalado entre nosotros otro tipo de comportamiento tan asquerosamente degradante como el del culto al cuerpo: el culto al "tengo". Porque no sé si te has fijado, pero en ocasiones ocurre que no importa tanto el físico, sino que si tienes tal artículo de moda en particular o posées algo de una determinada marca, da igual el físico que tengas porque eres guay.
Ocurre con los iPhone, los coches caros o las casas en la playa. Y así con todo.
Lamentablemente, vamos de cabeza al abismo y esto parece ser que no hay quien lo pare, para regocijo de las grandes empresas.
Y así, entre artículos varios y culto al cuerpo, nos tienen distraídos (esto no es en plan conspiranoia, no me malinterpreten) y pendientes de otras cosas, en lugar de lo que realmente importa, que nada tiene que ver con consumir o parecer.
En fin, que no me resigno, pero, seguro que igual que tú, tengo sentimientos encontrados a este respecto. Una mezcla de esperanza y desazón extraña.
Un saludo y enhorabuena por tu gran columna.