Jean-François Lyotard (Photo credit: Wikipedia)
El libro "La condición postmoderna", de Jean-François Lyotard, e ilustres pensadores entre los que sólo quiero citar a Umberto Eco, nos trajeron el término y el concepto de post-modernidad, del que ya se cumplen más de 30 años.
Sin embargo, este es un concepto que pasó rapidamente, y sin transición, del cerebro de los pensadores y filósofos a la masa social. Todo pasó, en un periquete, a ser post-moderno. Cine post-moderno, cocina post-moderna y sobretodo, productos post-modernos... En el pasado, nunca un término acuñado por pensadores, pasó a ser usado tan rapidamente por el colectivo social, y por las grandes marcas comerciales. Nadie habló, en un pasado, de un producto platónico, ni de cine hegeliano... Quizás sólo el exsitencialismo caló tan hondo en el mundo real.
De ahí la perversión del término, que aún hoy sufrimos. Este es un concepto en el que, si ahora pensamos, nos vienen a la cabeza la frivolidad, el nihilismo, la moda de los 80, o el cyberpunk.
La modernidad es la historia y el progreso: exige una serie de ideales rígidos. La post-modernidad es más flexible y variable y, por lo tanto, pervertible. Y es así como ha caído en su propia parodia, llegando incluso a tirar de la corrección política.
Estoy aquí para recomendar, a quienes realmente quieran volver al origen de todo, el libro "La condición postmoderna", de Jean-François Lyotard (difícil de encontrar), y las "Provocaciones filosóficas" de Feyeraben, representantes claros y seguros de las raíces del término. Disfrutadlos.