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Los principales periódicos hablan, estos días, de lo mismo que cada año: del síndrome post-vacacional de todos aquellos que vuelven a su puesto de trabajo. Es cansino hablar cada año de lo mismo sin aportar absolutamente nada. Sin ánimo de molestar a nadie, creo que tenemos que dar un paso al frente en este y otros temas, es nuestra responsabilidad como weblog cultural, educativo y siempre vivo e inquieto.
Por un lado, se habla del enorme paro, de esos 4 millones, y de que esta es la principal preocupación de los españoles, los políticos (juas) y de los principales tentáculos del sistema (juas, juas). Pero en otras páginas, se publica la notícia, un año sí y el otro también, de que hay aún más millones de personas con el síndrome post-vacacional. Sabemos que el ser humano es contradictorio, y que este mundo globalizado no hay quien lo entienda y disfrute del todo, al igual que sabemos que cada uno le debe dar sentido a su vida porque esta, por sí sola, no lo tiene.
Lo que no queremos seguir leyendo (porque el único objetivo es vender), oyendo (porque solo quieren aparentar) ni viendo (hay otras cosas mucho mejores de las que aprender algo) es que, precisamente las personas que más alardean de su verano, sean las que entran de peor humor o en un estado más depresivo a sus puestos de trabajo en septiembre. De ahí que si te encuentras entre las víctimas de este síndrome, quizás deberías preguntarte algo. Quizas sé lo que hiciste el último verano.
Quizás este último verano ha sido tu único momento de felicidad continuado durante este año. Quizás has basado todo tu plan, ya sea monetario, lúdico o de relajación, al consagrado e intocable mes de agosto, un mes que se convirtió, ya hace años, en la obsesión de todos los españoles. Quizás tu felicidad dependa demasiado de este mes, del sol, de la playa, del verano en sí mismo, y puede que tengas que empezar a cambiar esa prioridad para llevar una vida más equilibrada y completa durante todos los días del año. Quizás no habría cuesta de septiembre ni de enero si todo el mundo dejara de competir por tener las mejores vacaciones o la más espectacular entrada de año y navidad.
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Pero para conseguir eso, lo primero que deberíamos dejar de escuchar es lo que en las últimas horas flota en el ambiente: que si yo he viajado más lejos que tú, que si yo estoy más moreno que tú, que si yo pillé un hotel o un vuelo al mejor precio, que si he visitado más sitios que tú, por no hablar de las fotos que se toman durante el verano y el objetivo de muchas de ellas... Este espíritu competitivo tras las vacaciones hace que, cuando te pregunten ¿Has hecho algo? (traducido: donde has viajado, cuantos sitios has visitado, cuantas veces has ido a la playa), y tú respondes que no te has movido de casa, parezcas un auténtico desgraciado.
Esto en primera instancia, porque luego pasan las horas, y ves como los que más han competido, es decir, los que más necesitan aparentar, son aquellos que más cerca están de este inventado síndrome post-vacacional (que acabará siendo una nueva enfermedad que las farmacéuticas y otros 'profesionales' de la psicología 'moderna' sabrán aprovechar en beneficio propio) son, precisamente, los que más 'felices' han sido durante estas vacaciones.
Trabajar es un castigo divino, hoy y el mes que viene, trabajar no dignifica a nadie (es donde más se engaña para poder vender) y nunca vamos a alabar la organización de nuestro mundo laboral, pero tampoco vamos a hacerle caso a un síndrome post-moderno, totalmente fictício, y que seguro tiene relación con la forma de organizarse la vida de los seres humanos. No hay que apostarlo todo a un mes, en la ruleta de la vida hay que tener fichas apostadas para cualquier día, porque como canta(ba) el gran Serrat, hoy puede ser un gran día, y mañana también. De pensar lo contrario, creo que sé lo que hiciste con tu último verano...
Madre mía…a lo que hemos llegado, a todos los que se suban al carro y digan que tienen síndrome postvacacional los ponía yo a picar piedra junto al listillo y al “psicólogo” que se lo inventó….