Travis Bickle (Photo credit: Wikipedia)
"Are you talking to me?!!" - Travis Bickle, 'Taxi Driver' (Martin Scorsese, 1974)
Hoy todos nos sentimos un poco Travis Bickle, aunque no nos atrevamos a decirlo, porque miramos a nuestro alrededor y todo es una mierda magnificamente adornada con fachadas sociales impostadas, mentirosas apariencias que nada tienen que ver con cómo nos sentimos y lo mal que (sobre)vivimos, falsas sonrisas y mucha cerveza.
Y nos sentimos Travis porque a los mentirosos no les crece la nariz como a Pinocho, y hoy ya sabemos y comprobamos, cada día, que siempre se salen con la suya en última instancia.
No sólo no podemos hacer nada, sino que ni tan siquiera tenemos la libertad de expresión que después de tantas putadas merecemos, ni contamos con la posibilidad de ir con nuestra verdad por delante.
No puedes decir según qué cosas, ni puedes hacer nada que no sea escribir un ridículo tuit o montar un video que, por supuesto, tenga "sentido del humor". Ni Ada Colau, una tía Travis con un par de ovarios, puede cantar verdades en el Congreso. Aunque todo el mundo lo esté pensando, no puedes decir las cosas claras en ningún sitio ni quejarte en el maldito Congreso de los diputados. Sabemos de sobras que no existe democracia, ni igualdad, ni nada de lo que dicen la profiláctica constitución, que todo es una estafa, y una trampa mortal. Sabemos que somos unos desgraciados en manos de unos cabronazos. Pero no lo puedes decir. Te caen bombas encima, te echan, te insultan, te critican por decir lo que todo el mundo está pensando.
"Loneliness has followed me my whole life, everywhere. In bars, in cars, sidewalks, stores, everywhere. There's no escape. I'm God's lonely man." Robert De Niro as neo-noir antihero Travis Bickle in Taxi Driver (1976). (Photo credit: Wikipedia)
Sabemos que todo Dios mangonea, no sólo el tal Bárcenas, el que se hace una foto con el dedo 'parriba' después de llevarse toda la pasta que ha querido (supuestamente, claro, digámoslo, que aún pueden salvarlo, como a Urdangarín, los famosos abogados), que todo kiske miente, que cualquiera no dudará en joderte si con ello saca provecho, y sabemos que es porque esta raza humana es una porquería.
Pero tampoco puedo decir que soy misántropo. No puedo decir que no soporto a la raza humana, a ninguno de ellos, ni españoles ni no españoles, ni hombres ni mujeres, ni guapos ni feos. No me gusta la naturaleza humana, eso es todo. Pero mejor me lo callo, porque saltarán todos con un "¿cómo puedes decir esto?" "¿estás amargado?"
Tampoco puedo soportar, ya no más, la asquerosísima hipocresía que se respira por todos lados porque no es lo mismo decir "no me gustan los moros" que decir "no me gustan los gabachos", siendo ambos adjetivos despectivos del mismo modo, pero no en la mentalidad colectiva. No lo soporto y me parecen agravantes ambos, sólo que unos son europeos y nos atacan ese tan nuestro sentimiento de inferioridad...
Aunque luego, cada uno ya en su casa, se ponga hasta el culo de criticar al prójimo... sobre todo, no lo digamos en público "¿Has visto a fulanita hoy? !Qué mal le quedaba ese vestido, por favor, cómo se puede salir a la calle así?" o "Qué capullo es Mengano, no le soporto" (pero luego me voy de copas con él o le invito a la barbacoa de turno y, en realidad, si me propusiera una noche loca no le diría que no, de hecho no lo soporto porque no se ha fijado en lo bueno/a que estoy y jamás me ha mirado con deseo. Soy una gilipollas más a la que es fácil tirársela aunque me gusta hacerme de rogar).
Hoy me siento Travis y no soporto las etiquetas sociales que nos cuelgan porque siempre te encasillan en un sitio que jamás cuadra con el sitio siguiente en el que te clasifican. "Soy hippy pero a la vez me gusta la violencia"... y viva las contradicciones. Me gusta Rilke pero también Bukowski. Esas etiquetas crean muchos problemas de comprensión y mucha intolerancia...
Travis Bickle (Photo credit: André "Gigopepo" Persechini)
Por cierto, "¡Hablemos de la tolerancia! ¡Oh, sí! ¡Hablemos de la tolerancia!"
Me encanta que se pregone la susodicha tolerancia y de la solidaridad de unos con otros a diestro y siniestro, pero cuidado con poner la música demasiado alta, tu vecino se rebota a la más mínima, o cuidado si se te sale el agua de la lavadora (tú no tienes la culpa de nada) el vecino de abajo te monta un pollo que casi te denuncia... mejor aún... si vas en coche por las grandes ciudades podrás probar ese delicioso ar(o)ma de tolerancia masiva que emana de la felicidad de las personas. Si intentas cambiar de carril, te dejarán pasar cantando, te sonreirán y te dirán "de nada, hermano, de nada".
Pero más allá de todo esto que no lleva a ninguna parte más que al desahogo personal, no soporto a los viejos que están anclados en sus ideas de que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni a los jóvenes, los nuevos niñatos, nacidos en plena era post-moderna para los que nada importa una mierda más que ellos mismos... es la era del "yo y sólo yo".
Egoístas, egocéntricos, ególatras...¡¡¡humanos!!! Yo esto, yo lo otro y yo lo de más allá. Superficialidad, postureo, drogas, carne y más carne, frialdad, estupidez.... estamos de vuelta a las cavernas. Deteneos por la calle y mirad con un ojo objetivo, luego volved a casa y ved algún que otro documental de mamíferos intentando seducir al macho o a la hembra... comparad... no hay más palabras.
Travis Bickle 2010 (Photo credit: houbi)
Todo es vulgar, el uso del lenguaje se ha tornado vulgar porque nadie ha sabido reforzar la lectura y la escritura. El pensamiento es vulgar, básico, primitivo, ofensivamente primitivo. ¿Hacia dónde vamos? Entiendo que siempre ha existido el ser humano primitivo pero hoy por hoy parece extenderse a pasos agigantados. La era de la rapidez nos gana terreno y se expande sin pausa y con prisa. Hay demasiada gente sobre la faz de la Tierra, somos ya demasiados y no podemos ni respetarnos ni soportarnos los unos a los otros. Tenemos que robarnos, atacarnos, jodernos la vida.
Todo el mundo lo sabe, pero... ¿Para qué decir nada? Seguramente si nos rebelamos hoy, los del mañana serán quienes gozen de nuestro sacrificio. Nadie se va a sacrificar por un futuro en el que no va a estar.