Miércoles, 02 Noviembre 2011 11:59

Crítica de la película "Tintín: el secreto del unicornio": un héroe digital

Escrito por  Publicado en Películas actuales recomendadas 2022-2023

tintin

 

Imaginen a Steven Spielberg caminando por los largos corredores de un cementerio llamado “Cine de aventuras”. En la mano, lleva una pala. El creador de las inolvidables Tiburón, E.T y Jurassic Park se detiene delante de una tumba en la que se lee: INDIANA JONES.

Spielberg empieza a cavar la tierra con ansia y de dentro saca el cadáver de su mítico personaje. Luego carga el cuerpo en una bicicleta, sale volando por el cielo cual Elliot, pasa por delante de la Luna y aterriza en su laboratorio.

Allí, empieza su operación: reduce a Indiana a 1 metro 60, le quita la barba, lo empalidece, le pone pelo pelirrojo corto terminado en una graciosa punta y le entrega por compañero a un perro blanco de nombre Milú.

Luego los mete a ambos en una máquina llamada 3D y tras la típica súper explosión y la suspensiva masa de humo aparece un muchacho de jersey azul y pantalones marrones que mira a su padre con ojos ilusionados...

Toda esta historia a lo Frankenstein, que me ha surgido así tal cual a las 22.16h, os la cuento para daros a entender que el Tintín de Spielberg, es, efectivamente, el Indiana Jones de la era digital: salta, corre, busca pistas y se enfrenta a todo Dios pero en dígitos. Y lo mejor de todo: se mantiene siempre joven, algo que Harrison Ford no puede ni aunque utilice toda la gama de productos de L’Oréal Men Expert.

The Adventures of Tintin: Secret of the Unicorn

The Adventures of Tintin: Secret of the Unicorn (Image via RottenTomatoes.com)

Efectivamente, Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (The adventures of Tintin: The Secret of the Unicorn, Steven Spielberg, 2011) no es otra cosa que una resurrección en toda regla de lo que en su día nos ofreció el hombre del sombrero y el látigo. Spielberg, como ya hizo en verano con Super 8, reivindica al héroe como figura principal del cine de aventuras y sigue a raja tabla el esquema de reto de su criatura ochentera. Como Jones, Tintín se topa con una reliquia, la reliquia lo mete en un gran problema y todo el mundo empieza a perseguirlo con intención de cargárselo. A él, como a todo buen héroe, se le hinchan los webs y la curiosidad, y ahí arranca una larga travesía que lo llevará por tierra, aire, agua y hasta fuego si hace falta. Spielberg limpia la palabra aventura con mucho K-7 y le devuelve su brillo original: aventura es duda, es engaño, es traición, es emoción, es suspense, pero también es risa, es amistad, es lealtad y finalmente es victoria. Y para saborear todas esas emociones el imberbe Tintín nunca se detiene: la película es una frenética cadena de acciones que se suceden una tras y otra, sin dejar respirar al espectador, que se encuentra inevitablemente metido en esa historia, disfrutando como un niño de lo que dibujó Hergé y ahora Spielberg (con la ayuda del gran Peter Jackson) convierte en una odisea digital de proporciones épicas. El rey Midas ha querido hacer de todo en su película y para quienes conocieron a Indiana, sólo hay una palabra que pueda resumir esta primera entrega de Tintín: nostalgia.


Tintin and Snowy, detail of a panel from the b...

Image via Wikipedia

No obstante, señor Spielberg, me tengo que poner también un poco duro con usted, y le puedo asegurar que para mi eso es algo difícil, porque yo le tengo en muy alta estima. Ha querido meter tantísimas cosas, y hacer su historia tan brillantemente perfecta, que el guión se le ha puesto un poco bastante gordo, y tiene que admitir que a partir del segundo acto este Tintín sigue cayendo bien, pero se hace un poco pesado, un tanto repetitivo. La necesidad de resolver el misterio del Unicornio se disipa bastante porque todos sabemos ya como va a terminar la cosa, y usted se las ingenia para mantener nuestra atención empleando grandes fuegos artificiales. Y eso es precisamente lo que le retraigo: que haya caído en lo que caen otros “directores” situados infinidad de pisos por debajo de usted en la gran industria del cine. Porque Steven, que de golpe me salgas con una escena calcada a Piratas del Caribe, home no, així no! Y te digo lo mismo con tanta lucha de grúas en el puerto al final de la peli; eso es más propio de Michael Bay que de ti. ¿Pero sabes qué?: te perdono (yo y toda nuestra generación, tenlo por seguro), porque puedo llegar a intuir que si te alargas en demasía y montas esos tinglados digitales de cal Déu es porque quieres dejar claro que sigues siendo el Rey Midas, que a ti nadie te gana y que todo lo que salga de tu cabeza será siempre de puro oro. Es verdad que le das un poco bastante a explosiones y montañas rusas tresderianas, pero también nos ofreces, en general, una buena historia, un buen relato de esos que huelen a libro viejo de biblioteca, y sólo por eso, por seguir creyendo en la narración, farem la vista grossa.



Porque si Michael Bay te monta un espectáculo barato con Shia LaBeouf y Megan Fox, como que da mucha rabia, pero si es Spielberg, te quedas ahí con cara de bobalicón, dejándote llevar por las imágenes y lo que cuentan. Y es que Bay es tosco, es explícito es… porno, sí, no se me ocurre otra definición, mientras que Spielberg es un artesano, sus fuegos de artificio son más propios de la China medieval: elegantes, vistosos, pero nunca abrumadores. Steven consigue no quedarse en el mero impacto de centenares de objetos volando por los aires, sino que añade guiños, comicidad, pequeños gags que se volatilizan tan rápido como aparecen en pantalla, pero que lo hacen todo mucho más agradable, más digerible, y aumentan la simpatía de este director y de su película. Un ejemplo: después de la impresionante inundación de la ciudad marroquí, con la huida frenética de Tintín en su moto, Spielberg termina con la imagen de un tanque que ha arrastrado un hotel justo hasta la orilla del mar. Su propietario sale y al comprobar la nueva ubicación del edificio, coloca una estrella más en el cartel de la entrada. Soberbio. Es algo simple, algo ridículo comparado con la traca anterior, pero tiene más valor porque eso es lo que se lleva la risa del público y es lo que a Spielberg le interesa. Y de ahí, momentos como los del capitán Haddock haciendo una hoguera en el bote o la autoreferencia a Tiburón cuando Tintín se sumerge en el agua y la punta de su pelo sale de la superficie. Este es un director que no piensa solo en su bolsillo, sino en animar a la audiencia e invitarla a vivir el cine. ¿Como sino puede entenderse que alguien se esmere tanto en marcar transiciones de espacio-tiempo de un modo tan sugestivo? Spielberg es un perfeccionista y así cada plano lleva consigo una acción, pero también detalles en segundo o tercer nivel de profundidad cuya singularidad hacen justicia al cómic original.


The Adventures of Tintin (TV series)

Image via Wikipedia

En este sentido, Steven se ha querido mantener fiel al tebeo de Hergé y este compromiso lo ha llevado tan al extremo que, espero que estéis conmigo, aterra comprobar cuán real llega a ser la figura del muchacho en la pantalla. En varios momentos me he planteado seriamente si lo que veía era o no digital, lo cual abre un debate que no viene al caso, pero que dejo aquí anotado: ¿llegará el día en el que seremos incapaces de descifrar dígitos de carne? Hecha la pregunta retórica, lo dicho, Tintín está muy bien hecho, conserva ese físico que no permite decidir si es un niño, un hombre o un querubín, y envidio poderosamente su pelo. Yo quiero ese peinado. La definición del personaje, pues, se ha hecho en base al modelo original, y nos lo dejan claro al comienzo de la película con el retrato que un dibujante le hace a Tintín. En el primer minuto tenemos en pantalla al dibujo de Hergé y a la animación de Spielberg, un primer guiño para sacarse el sombrero. Por lo demás, Tintín cae muy bien: el muchacho es activo, está sano y encima tiene por compañero a un perro que te da ganas de comértelo. Obviamente, tiene todos los puntos para que quieras que consiga la maqueta del Unicornio, el pergamino con la pista del tesoro y si hace falta hasta el bote de La ruleta de la fortuna. Del resto de personajes, me quedo seguramente con el capitán Haddock, porque los Dupin y Dupin (Fernández y Hernández, ¡oh dios, mis orejas sangran!) tampoco es que aparezcan mucho, y el capitán es demasiado bueno para que no lo conviertas en tu ídolo (con permiso de Tintín). Sus delirios ebrios, sus arrebatos, su surrealismo y extravagancia, extremado todo con tanto acierto. Además, Haddock se combina magistralmente con el frío razonamiento de Tintín, de modo que ambos forman una pareja que ojalá nos regale muchas más entregas.


Affiche du prochain film de Steven Spielberg

Image by y.caradec via Flickr

En fin, Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio demuestra que definitivamente Spielberg ha vuelto para quedarse, y que los aficionados al género de aventuras pueden dejar de subir las acciones en bolsa de marca Kleenex porque ya no tendrán que soportar las mamarrachadas de Emmerich, Bay y compañía (aunque admitamos en este instante que El día de mañana mola demasiado). Para este año, el Rey Midas aún nos guarda dos sorpresas más: la serie Terranova, que mi yo infantil espera poderosamente que sea un Jurassic Park hecho serie, y War Horse, la historia de amistad entre un caballo y un joven en el contexto de la Primer Guerra Mundial. Puro Spielberg. Si a eso sumamos que Tintín está arrasando en la taquilla y que habrá segunda entrega seguro, podemos afirmar que tenemos Spielberg para rato. ¡Bien, bien, bien!

Comentarios (2)
  • Sickra
    A mi me obligaron ayer a verla, y bueno, ni fu ni fa. Hay que decir que no me gusta nada el personaje, ni su fisonomía, ni su repelencia ni sus historias flojuchas con lo que la pelí se me hizo bastante larga.

    Desde luego, lo que no se puede negar es que es casi espeluznante verle hecho persona en digital pq como bien dice mi compañero, a veces no logras discernir si es de verdad o no. También tiene un par de puntos muy buenos (el inicio con el retrato quizás y la escena donde Fernandez y Hernandez "descubren" al carterista), no sé si podrán comprarme para ver la segunda...
  • Dr. Infernet  - Gran Crítica
    Gran crítica y muy acertada tanto en los puntos a favor como en contra. Yo, como dirían los hermanos Hernández y Fernández aún diría más: Una maravilla visual imprescindible para los nuevos amantes del cine 3D. Solo echo en falta al gran profesor Tornasol que esperemos lo tengan reservado para la segunda. Supongo que habrá puristas de Tintin que estarán en contra de esta película, pero desde luego no se puede cuestionar el resultado final. Una grata sorpresa, ya que yo mismo era bastante reticente respecto al cocktail Tintin / Spielberg.

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