Tal día como hoy, del año pasado, www.culturaencadena.com fue inaugurada, sin tener la menor idea de la repercusión que este invento tendría. Hoy seguimos siendo los mismos en cuanto a filosofía, pero no en cuanto a número de autores ni de lectores, algo que queremos preservar para siempre.
Queremos dar las gracias a todos los que han confiado en nosotros, y dejar claro que, a pesar de estar ya entre los weblogs más leídos del país y del mundo, vamos a seguir con la misma actitud. No hace falta decir mucho más, lo que importa es seguir trabajando y encadenando para el disfrute de todos, tanto de los creadores como de los que nos seguíis, hay mucho trabajo por hacer. A modo de excepción, recuperamos el artículo que abría esta cadena cultural, conjuntamente con una réplica que hace meses a llegado de parte de una de nuestras autoras, y que hemos decidido publicar hoy.
Bienvenidos siempre a www.culturaencadena.com.
Primer artículo de la cadena cultural: "Nos pasamos la vida diciendo adiós", firmado por Trajano.
Nos pasamos la vida diciendo adiós. Para empezar, llega un día en que hay que decir adiós a la supuesta inconsciencia de la infancia, y digo supuesta porque ahora sabemos que nuestros 5 primeros años de vida determinarán nuestros vacíos, debilidades y aptitudes el resto de nuestras vidas. Somos adultos, lo cual significa despedirse de esa inocencia ininterrumpida, ya que el mundo actual así lo demanda al no tener plazas para inocentes.
A partir de ahí, la vida se convierte en un conjunto de despedidas en cadena: adiós a la escuela donde tan poco aprendimos de la vida, adiós a la universidad que nos hizo descarrilar de nuestra verdadera vocación, adiós a los padres cuando nos marchamos a saber quiénes somos para acabar descubriendo quienes creemos que somos, adiós a nuestra família para conseguir la tan ansiada independencia, adiós a la independencia cuando no sabemos qué hacer con ella, adiós a los estudios obligados para pasar a los trabajos forzados, adiós al primer trabajo (antes era con la engañosa intención o ambición de mejorar, ahora porque si pueden te echan a la calle), adiós a nuestro primer amor (casi siempre fallido pero casi siempre traumáticamente inolvidable), adiós a tu propio territorio (léase inmigrantes), adiós al estar solos (no todos lo consiguen), adiós a la soltería (cualquier especímen neandertalítico puede lograrlo), adiós al matrimonio tantas veces como te cases (nueva regla de tres de la era post-moderna), adiós a tus propios sueños y adiós a tus propios principios (la sociedad obliga y la vida te va liando).
Decimos adiós a un espacio propio cuando nos vamos de mudanza, adiós cuando viajamos a conocer otras culturas tan pobres o más que la nuestra, adiós a tu propia vida, espacio, tiempo e independencia (hipotecas en forma de casa o de niños), adiós al mundo laboral ( hay que jubilarse), adiós a todas aquellas personas que se van de nuestra vida, sea por motivos de salud, de traición o de incompetencia, adiós a la buena salud en un momento sorpresa, y no nos olvidemos del adiós final, aquel que tanto nos cuesta, aquel en que tenemos que decir adiós a una vida que nos ha enseñado a decir adiós, aunque no por ello lo hayamos aprendido a hacer.
Y quizás no es fácil decir adiós en según qué ocasiones, pero hay que hacerlo cuando así lo sientes, cuando te toca o cuando es necesario. Hay que podar, despedirse de todo aquello que ya no hace balance positivo en tu vida, a aquello que ya no funciona o no cuadra, sea por lo que sea, aunque sea por un sinsentido, al igual que hay que saber decir que no, aprender a dudar menos cada vez que tomamos decisiones, y reinventarse.
Dejas una parte segura de tu vida para entrar en la incertidumbre, y eso es lo que a muchos les frena en el momento que hay que decir adiós. Pero vivimos muchas vidas dentro de una sola, y hay que empezar a aceptarlo. No somos lo que fuimos ni lo que seremos. Hay que tomárselo todo como algo transitorio, porque mañana puede haberse modificado o incluso desaparecido. Por otra parte, también es bueno no verle la fecha de caducidad y autoengañarnos con el "siempre", pero aunque sea muy en el fondo hay que pensar que todo puede terminar, y aunque igualmente nos va a coger en un "de repente", ya tendremos el adiós medio razonado.
Dar la bienvenida a nuestra cadena cultural significa decir adiós a anteriores proyectos compartidos. Y es con este espíritu que queremos empezar a encadenarnos. Algunos creyentes dirían que ha sido la voluntad de Dios, y otros más esotéricos que todo fue por cuestiones de la providencia. Pero ya hace mucho tiempo que nos despedimos de falsas creencias y somos muy conscientes de que la mayoría de inventos han sido hechos por el ser humano, tecnología y vagancia incluídas. Con estas bases tan claras, y con un adiós como bajada de bandera, empezamos nuestra conducción con rumbo definido hacia la próxima despedida. Adiós.