- Editorial: Anagrama.
- Colección: Compactos Anagrama, 288 Páginas
- ................................................................................................... "La senda del perdedor" es el primer libro que se debería leer, desde mi punto de vista, para acercarse a Bukowski. En él habla de su infancia y adolescencia y es la historia de cómo ha llegado a ser quién es.
Un fallo de programación social, un padre que le pegaba, una madre invisible y sin opinión, un entorno repleto de imbéciles hacen de Charles Bukowski un escritor maldito de una clarividencia terrorífica. No sobra una sola palabra en todo lo que escribe. Un estilo llano, claro, soez, ofensivo, violento y, sin embargo, tan poético que uno se estremece.
¿Cómo es posible que un "borracho" sea tan lúcido? Yo creo que, porque era lúcido, se volvió alcohólico. Era incapaz de lidiar con la futilidad de la existencia, y el embaucar los sentidos hacía más soportable la mediocridad que le rodeaba.
En cualquiera de los casos, otra buena lectura que jamás llegará a las aulas porque no sólo utilizó palabras malsonantes para escribirla (es estilo Bukowski), sino que además es un libro que desmitifica todo, lo cual no interesa al sistema educativo. Absolutamente todo queda lavado de cualquier tipo de maquillaje que pudiera llevar. Es por eso que Bukowski es y será de lo mejor que se puede leer para cultivar el alma y la belleza. La belleza real y no la idea de belleza que la publicidad nos ha embutido casi a la fuerza.
Os presento la historia de un muchacho diferente que pasó a ser un adolescente fracasado sin ganas de hacer nada y con la suficiente imaginación e inteligencia para seguir su propio camino.
"Apareció una mosca y se puso a dar vueltas alrededor de la mesa. La observamos"
Y es que el aburrimiento es el gran mal de nuestra sociedad. El aburrimiento que nos hace ser aburridos. Es mejor mirar una mosca, es más interesante que mirar al tipo que tenemos al lado. Por lo menos con el insecto no corremos peligro de vernos metidos en una conversación que más que una conversación resulta ser un monólogo del interlocutor porque nadie escucha ya a nadie y la gente se muere por querer ser escuchado. Las personas necesitan del calor humano, del calor de verdad y no de las amistades vacuas que se pierden en el propio egocentrismo.
"Mis padres querían ser ricos, así que se imaginaban ser ricos."
"Mi padre me había enviado a ese instituto para ricos deseando que se me pegara el aire de los dirigentes mientras observaba a los muchachos ricachones haciendo chirriar sus cupés color crema y acompañando a chicas de trajes brillantes. Sin embargo, aprendí que los pobres, normalmente permanecen en la pobreza. Que los jóvenes rico husmean el hedor de los pobres y aprenden a encontrarlo divertido. Tienen que reírse, porque de lo contrario sería demasiado aterrador."
"Los primeros niños de mi edad que conocí fueron los del jardín de infancia. Parecían muy extraños, se reían y hablaban y parecían felices. No me gustaban. Siempre sentía como si me fuera a poner enfermo, como si fuera a vomitar, y el aire parecía extrañamente quieto y blanco."
Este párrafo retrata con exelencia cómo un niño puede verse influenciado a una edad muy temprana por los desajustes de su familia. Los demás niños reproducían el patrón familiar de las apariencias que veían en sus casas pero a Bukowski le falló la programación. De vez en cuando, pasa. Creo que a todos nos ha pasado.
"No tenía amigos en la escuela, tampoco los quería. Me sentía mejor yendo solo. Me sentaba en un banco y observaba a los otros mientras jugaban, al tiempo que ellos me miraban con burla."
Desde aquí quiero lanzar un mensaje a todos esos niños que miran con burla a los pobres desgraciados que se quedan solos. El estar solo en el patio puede ser o un signo de inteligencia o de gilipollez. En ambos casos nadie te quiere o porque tú te apartas, en el mejor de los casos, o porque los demás te apartan. El resultado es el mismo pero la concepción del resultado es distinta pues provoca en el rechazado u orgullo de no pertencer a la masa o desgracia de no pertenecer a la masa.
"Había peleas continuamente. Las profesoras no parecían enterarse de nada."
Buena crítica al sistema educativo es la que nos dibuja Bukowski en este libro. Me encanta porque aquéllos que se supone que nos tienen que educar son humanos con sus taras y sus defectos no superados. ¿Qué es lo que nos puede enseñar un ser deficiente? A ser deficientes y nada más. Estoy harta de rememorar las clases impartidas por profesoras mal revolcadas que iban todo el día amargadas y de mal humor. Le otorgaban una importancia a su asignatura que, en vez de causar en los alumnos el efecto pretendido, hacía totalmente lo contrario. Aquello era ridículo, las ínfulas que se daban resultaban patéticas y no ayudaban a que los alumnos tomaran en serio ni a la asignatura ni a la educadora. O los profesores que en sus casas eran unos calzonazos y no mandaban ni en pintura y en clase se las daban de autoritarios cuando en realidad no lo eran. ¡Qué fácil era jugar con aquellas pobres mentes diminutas! ¿Cómo quieren que los alumnos no fracasen escolarmente si los profesores son todos unos fracasados? Pero al sistema ya le vale que nos enseñen borregos así, crearán borregos que a su vez se encargarán de perpetuar el borreguismo.
Y otra cosa que, vista hoy en día, haría saltar las alarmas de las asociaciones de padres: el famoso invento del bulling y los educadores sin enterarse de nada, eh? El bulling, tal y como lo demuestra Bukowski, existía mucho antes que se bautizara con este estúpido y malsonante nombre. ¿A quién no lo han marginado? ¿A quién no lo han insultado el grupo de los guapos y las guapas? ¿A quién no le han llamado cuatro ojos o bola de sebo o cara de sapo? ¿Quién no se ha peleado y sigue viviendo?
Es algo que no entiendo. ¿A dónde hemos ido a parar y cuánto nos queda para seguir tratando a nuestros vástagos como niños desvalidos? No soy partidaria de la violencia, los que bien me conocen lo saben, pero soy de la opinión que una buena ostia bien dada es mejor que tanta gilipollez de bulling e historias varias. Que los niños aprendan a defenderse, que los niños se preparen para este mundo que les espera y del que nosotros mismos somos artífices y nos sentimos tan orgullosos. Sí, tan orgullosos pero luego pasan estas cosas. No hay que defender tanto a los chavales, que aprendan ellos por ellos mismos.
Niño maltratado por la sociedad y por un padre que descargaba su frustración sobre él "Iba a ser la primera de una serie incontable de palizas que se fueron haciendo más y más frecuentes. Siempre me parecía a mí, sin una verdadera razón."
"Sabiendo que él deseaba que me pusiera a gritar, me hacía el valiente y aguantaba."
"A la edad de 25 la mayoría de la gente estaba acabada. Todo un maldito país repleto de gilipollas conduciendo automóviles, comiendo, pariendo niños, haciéndolo todo de la peor manera posible, como votar por el candidato presidencial que más les recordaba a ellos mismos"
Qué gran extracto del libro. Lo aplaudo y me siento tan en la línea Bukowski que no hace falta ningún comentario pero, aún no haciendo falta, voy a hincar el dedo un poco. Antes de los 25 la gente está muerta... son unos seres aburridos marcados por la tradición familiar. La sociedad se encarga de abolir cualquier destello de inteligencia y premia la estupidez, el sedentarismo cerebral y la lobotomía espiritual. A la edad de 25 todos suelen ser almas en pena hasta los ojos de la mierda que han tenido que tragar y que les ha hipotecado el futuro. Eso será, probablemente, porque nadie enseña a superar los miedos y los traumas. Los profesores son las personas más traumatizadas "quién no puede crear, enseña".
"Yo no tenía ningún interés. No tenía interés en nada. No tenía ni idea de cómo lograría escaparme. Al menos los demás tenían algún aliciente en la vida. Parecía que comprendían algo que a mí se me escapaba. Quizás yo estaba capidisminuído. Era posible. A menudo me sentía inferior. Tan sólo quería apartarme de ellos. Pero no había sitio donde ir. ¿Suicidio?"
Muy bueno, creo que muchos nos hemos sentido así. Sobretodo destaco la inferioridad. Yo me he sentido tantas veces inferior por ser, sencillamente, diferente. Porque la sociedad teme a lo distinto y los términos se confunden. Todo está mal interpretado y si destacas entre la masa la envidia los corroe y te ningunean, te hacen sentir inferior, endeble, demente. Pero en realidad y en el fuero interno de sus lamentables almas, saben perfectamente que ellos son los vulgares y los necios que bailan al son de los tambores sociales. Y creo que, cuanto más pasa el tiempo, la gente se da cuenta que han malgastado su vida queriendo salvaguardar las apariencias y todo sale a la luz, todo. Las apariencias, apariencias son, la realidad es otra. ¿Suicidio? Ni hablar aunque según Camus, todos los seres inteligentes han llegado a planteárselo. Prefiero esperar a ver caer a todos los que se las daban de felices.
La sociedad y el sistema educativo erradican los intereses que una persona pueda tener a base de imposiciones. ¿Nadie se ha preguntado por qué a los niños no les gusta leer? Pues porque les obligan a hacerlo. Y no les obligan con algún libro entretenido o interesante sino con los grandes clásicos de la literatura que fueron un verdadero coñazo insufrible. Cualquier interés que se pueda poseer será arrancado de cuajo y sólo si la persona tiene un alma pura e incorruptible, lo recuperará. De otro modo, pasará a ser un muerto viviente, un vampiro de las vidas ajenas, un adicto a gran hermano y subnormalidades varias tan de moda hoy.
Y termina mi artículo con este grandioso pasaje:
"Podía ver el camino que se abría frente a mí. Yo era pobre e iba a continuar siéndolo. Pero tampoco deseaba especialmente tener dinero. No sabía qué es lo que quería. Sí lo sabía. Deseaba algún lugar donde esconderme, algún sitio donde no tuviera que hacer nada. El pensamiento de llegar a ser alguien no sólo no me atraía sino que me enfermaba. Pensar en ser un abogado, concejal, ingeniero, cualquier cosa por el estilo, me parecía imposible. O casarme, tener hijos, enjaularme en la estructura familiar. Ir a algún sitio para trabajar todos los días y después volver. Era imposible. Hacer cosas normales como ir a comidas campestres, fiestas de Navidad, el 4 de Julio, el día del trabajo, el día de la madre... ¿acaso los hombres nacían para soportar esas cosas y luego morir? Prefería ser un lavaplatos, volver a mi pequeña habitación y emborracharme hasta dormirme."
Bukowski, un autor para todos que no todos pueden leer pero que deberían.