Supone todo un reto valorar en palabras una obra que precisamente huye del texto, acertadamente, para perseguir sus objetivos. Para un observador acostumbrado a valorar en base a la razón y al desarrollo reflexivo de las ideas, sumergirse en una obra emocional sin fisuras se convierte en una pequeña odisea, porque ¿cómo expresar con palabras aquello que trasciende las mismas?
Este proyecto de la asociación Nakadaska es, sin duda, una pequeña joya que se antoja imprescindible. Una escenificación minimalista, con un ritmo constante y acertado, y una enorme emocionalidad que no dejará indiferente a nadie.
Antes de entrar a valorar aspectos concretos de la obra, destacar que hacía tiempo que no vivía en una platea una intensidad tan marcada. Una carga de profundidad atacará al espectador directamente en lo más profundo de cada uno, en esos recovecos emocionales oscuros donde el miedo reina a sus anchas se harán visibles para todo aquel que acepte el reto de dejarse llevar por esta obra de ARTE.
Denominar a este proyecto 'obra de teatro' se me antoja corto, pues no usa muchos de los elementos clásicos de una dramaturgia, sino que se decanta por el uso del cuerpo, de los gestos y de la palabra lírica como instrumentos adecuados para la comunicación de su idea, hecho que consiguen con un éxito muy significativo a través de varios elementos reconocibles.
Se observa con claridad un uso extremadamente acertado de los instrumentos mencionados para el objetivo del proyecto, que no me cabe duda, es el de comunicar a nivel emocional y exponer sin tapujos una emoción tan primaria, intensa, peligrosa, escondida y olvidada como el miedo. Prescindir de una línea argumental clásica dividiendo la obra en escenas aparentemente inconexas, así como del uso de la palabra racional como herramienta de comunicación supone un gran atrevimiento, que a pesar de sus riesgos, los cinco actores cubren con extremada solvencia. Tan arriesgada es la propuesta, y tan claro el objetivo de comunicar principalmente a través del lenguaje corporal que el cambio de idioma, incluso con una escena con fuerte presencia de un Portugués muy entendible, se convierten en refuerzos positivos mediante el halo lírico de la emoción transmitida.
La obra te llevará rápidamente al ritmo y espíritu que se propone si la dejas. Un inicio con un suave pero intenso sólo de guitarra se presenta como una apropiada elección para abrir las puertas de la emocionalidad. A partir de ahí, las sucesivas escenas donde los actores enfrentarán sus miedos, armados sólo con su cuerpo, sus gestos y pocas pero poéticas palabras, y harán que el espectador comparta su lucha o libre la suya propia.
Es muy destacable la cantidad de trabajo puesta en este proyecto, pues una idea muy arriesgada no puede conseguirse sin ello. Se puede comprobar en la coordinación de los gestos de los actores, con un uso muy significativo del cuerpo como instrumento por encima de la palabra. También en el ritmo constante e intenso que se sumergirá más allá de la razón, estableciendo el escenario apropiado para la comunicación emocional que se pretende y se consigue. Todo ello tampoco sería posible sin la energía y entrega personal que realizan estos actores.
Me ha sorprendido muy gratamente comprobar que una buena idea, desarrollada de la forma y con los instrumentos apropiados es capaz de mover al espectador de su confortable butaca en el sentido más profundo de la expresión. Atestiguar como no es necesario el uso del “chascarrillo” para acoger al espectador, el hecho de intentar comunicar desde la certeza y la fuerza de una idea así como no utilizar elementos de acogida evidentes al espectador ni intentar relajar un ambiente cargado de emoción en pro de liberar al espectador de una bendita tensión no pueden sino hacerme aplaudir la propuesta, la forma y el fondo de esta obra.
En un mundo plagado de inquietante falta de inteligencia emocional, donde el miedo gobierna demasiadas vidas tanto de individuos como de colectivos, esta arriesgada propuesta se antoja imprescindible para todo aquel dispuesto a embarcarse en ese desconocido mundo emocional que todos poseemos, pero que tan desconocido se vislumbra. Sin duda la crisis está despertando significativos proyectos interesantes alejados del aborrecido costumbrismo habitual, pero a pesar de mi base racional, no puedo dejar de valorar que experimentar este proyecto abiertamente no sólo se muestra positivo, sino extrañamente necesario.
El planteamiento sobrio y en ocasiones incluso marcial no hace sino reforzar el ritmo y el objetivo emocional de la obra. Este proyecto ha conseguido desprenderse de casi todos los elementos superficiales para enfocar certeramente los pocos y abstractos elementos en pro de la comunicación emocional buscada y encontrada. A pesar de algunas limitaciones dramatúrgicas de los actores, el objetivo se ve bastamente cumplido mediante el uso del cuerpo y los gestos, así como cierta contención y uso optimizado de los movimientos donde se demuestra el extraordinario trabajo corporal individual y colectivo de los actores. La química entre los actores se muestra evidente, pues mantener la intensidad emocional tanto en el escenario como en platea sin ceder prácticamente en ningún momento hubiese sido imposible sin ello.
La esencia del arte es transmitir, y esta obra consigue precisamente eso, transmitir una profunda emocionalidad como elementos poco convencionales. Reflexionando a posteriori sobre este proyecto, no puedo dejar de pensar en el filósofo y divulgador José Antonio Marina, cuyo objetivo se vislumbra muy cercano al de esta obra, que no es otro que el educar emocionalmente a todo aquél que tenga la valentía para hacerlo, en un utópico intento de dotar a esta sociedad plagada de individuos banales de conciencia emocional, en primer lugar la de uno mismo, y como consecuencia irremediable, como colectivo.
La asociación Nakadaska ha encontrado su objetivo, comunicar la emoción, y esta primera experiencia sin duda ha sido una muy grata sorpresa. El reto de enfrentarse en un futuro a otras emociones más complejas, menos generalizadas y con más ramificaciones será significativo. También espero en el futuro encontrar más riesgo en la interconexión de las historias individuales, que en este proyecto, a pesar de cumplir de sobra su objetivo, no dejan de estar construidas de forma independiente, aunque el ritmo, el trabajo y la intensidad de los actores han suplantado de forma notable la falta de transición.
Quizás el único punto que no me ha convencido totalmente ha sido la direccionalidad marcadamente positiva en la resolución del conflicto con la culpa, donde personalmente me hubiera gustado observar un poco de más de focalización en el valor de la lucha en lugar de en el resultado de la batalla.
Al espectador le recomiendo que se deje llevar a ese mundo abstracto emocional y que intente experimentar por si mismo esta obra con el mínimo o nulo prejuicio, incluyendo las explicaciones racionales y emocionales de los personajes de antemano, y que trate de evaluar, comprender e interiorizar esas ideas y emociones, en todo caso, después de experimentarlas por si mismo.
Finalmente mis felicitaciones y mi enhorabuena a este equipo, que se ha arriesgado significativamente en un área de trabajo extremadamente complicada y ambigua y que ha presentado y solventado de forma más que notable.
Deseo sinceramente que más promotores y amantes del teatro se arriesguen como han hecho ellos y permitan al público gozar de este tipo de experiencias.
Hoy, a las 21 horas, una nueva oportunidad de disfrutarla.
Y por otro lado, tienen pensado representarla en alguna otra localidad de España? Tengo conocidos a los que les podría interesar. Gracias.