Image by . SantiMB . via Flickr
"Los Pilares de la Tierra". La única filosofía ha sido la de no 'traicionar' a los lectores del best-seller de Ken Follet. Tanto es así, que el productor de Starz (la cadena que la emitió en los USA y que ha llevado este mastodóntico proyecto adelante) declaró que "no querían que los lectores vieran la serie de "Los Pilares de la Tierra", sino que vieran los Pilares de la Tierra en serie".
Se reclutó al propio autor de la obra escrita desde el primer momento, y se le pidió opinión sobre todo, según cuentan. De hecho, Starz no reparó en gastos (ya demostró su poder con "Spartacus" y podríamos decir que el resultado es una serie espectacular y muy fiel a la obra literaria.
Se intenta, en vano, que los espectadores digan la famosa frase: "es una buena adaptación de la novela". Y no lo consiguen: pueden ver recreadas fielmente algunos de los parajes que algún día imaginaron, pero por más que se engañen, nunca podrán sentir lo mismo que cuando leyeron el libro, porque también para el espectador, o lector, leer la novela o ver la serie son, sin lugar a dudas, dos experiencias totalmente diferentes. De hecho, el libro te invita a imaginar todo aquello que ahora ves en imágenes, y cada uno lo habrá imaginado a su manera.
Paseando por distintos foros, ya por curiosidad, pero dando por hecho de que no habría total satisfacción, pues es una misión imposible, se confirma que, en efecto, el tema central de discusión siga siendo el mismo de siempre. Que si es mejor la novela que la serie, que si está bien adaptado pero, y ese largo etc de tópicos contra los que nosotros estamos, desde el primer día, luchando contínua y argumentadamente.
De hecho, ya dejamos muy clara nuestra opinión sobre las adaptaciones de la novela al cine en un artículo especial que argumenta y ejemplifica que cine y literatura (o en este caso, televisión y literatura), al igual que el teatro o la pintura, son disciplinas diferentes y se rigen por unas características completamente distintas. Es estúpido, por lo tanto, esperar que un libro te pueda transmitir lo mismo que una película o en este caso una serie, al igual que siempre podrás imaginar una cara cuando la escuchas por la radio y dejarás de imaginarla cuando la veas por la televisión.
Comentábamos, también, que los escritores sienten una gran envídia por los directores de cine, que pueden darnos una simultaneidad de planos que les es vedada a ellos, que tienen que escribir una palabra detrás de otra, formando oraciones y páginas a las que tienes que darle la vuelta, probando que se trata de dos artes muy distintos entre sí y que, por lo tanto, son incomparables.
Aunque no vamos a desaconsejar su visionado, pues puede tener muchos atractivos para distintos públicos (especialmente a los lectores de la novela), y sin negar que la serie está bien hecha y es espectacular, tampoco vamos a callarnos que a nosotros no nos ha satisfecho.
Los acontecimientos se disparan desde el primer momento, y avanzan con mucha más rapidez que la construcción de los personajes, totalmente descuidada por los hermanos, en pos de la espectacularidad que el espectador espera (y encuentra), con lo cual, por más que pasen muchas cosas, cuesta que nos importe un carajo lo que les suceda, pues no nos ha dado tiempo ni de conocerlos. Esto no afectará a los lectores del libro, que pronto encontrarán aquellos lugares que les son conocidos y que, está claro, la serie recrea fielmente.
Si se trataba de hacer una serie para los lectores del libro, quizás lo hayan conseguido. Si se trataba de hacer una buena serie, no podemos decir que lo sea. Está totalmente desequilibrada por los factores antes comentados. Es por todo ello que la recomendamos a los lectores del best-seller del mismo título, que además podrán, a cada escena, a cada momento, ir repitiendo "esto está mejor en la novela que en la serie", una estupidez absoluta que los creadores de este producto vuelven a reforzar, sirven en bandeja y traspasan, definitivamente, al mundo de las series y la televisión.