No sé como se lo montan los ingleses, pero la verdad es que tienen la habilidad de conseguir que una temática que se ha visto mil veces resulte atractiva y termine pareciendo incluso original. Y es que creo que todos estaremos de acuerdo en que hablar de secuestros, asesinatos, corrupción policial y (también) de los individuos que quieren descubrir qué se oculta detrás de todo ello, no es a priori un argumento demasiado innovador.
Pues bien, lo han vuelto a hacer. En este caso con Red Riding, una mini serie de sólo 3 episodios (eso sí, de una hora y media cada uno) y que es la adaptación televisiva de las novelas homónimas de David Peace. La trama, ambientada respectivamente en los años 1974, 1980 y 1983, nos explica los intentos de un joven periodista primero (interpretado por un notable Andrew Garfield, al que hemos visto recientemente en La red social) y de un abogado después para intentar aclarar una serie de secuestros y asesinatos de niñas en el condado inglés de Yorkshire. También veremos el caso de un peligroso asesino de mujeres, y en esta ocasión será un policía enviado expresamente desde Manchester quien intentará averiguar qué está pasando.
Aunque los guiones son ficticios, los hechos criminales que detalla la serie son reales; el más famoso es el caso del destripador de Yorkshire, nombre con el que se conocía a Peter Sutcliffe, que el año 1981 fue condenado por el asesinato de 13 mujeres durante los años 70 en el noroeste de Inglaterra (actualmente sigue cumpliendo cadena perpetua). En la serie también queda reflejado otro hecho real relacionado con este caso, ya que un hombre se hizo pasar por el auténtico asesino enviando cartas y cintas grabadas donde aseguraba que él era el destripador.
Pero si existe un tema que sobresale por encima de los demás y que está presente en los 3 episodios, es la anarquía moral y la enorme corrupción que reina en la policía de Yorkshire. La sensación es que todo el que quiere ascender en el cuerpo debe conocer las reglas y jugar de acuerdo con ellas. Es especialmente reveladora la frase que un policía le suelta al periodista Eddie Dunford después de darle una paliza para “recomendarle” que no meta las narices donde no toca: “¡Esto es el norte, y hacemos lo que queremos!”. Igualmente, en el segundo episodio también veremos como la misma policía de Yorkshire esconde información a la policía de Manchester porque tienen parte de culpa en el caso y deben cubrirse las espaldas. No sé si la policía de este condado inglés es o no así en realidad, pero la simple posibilidad ya pone los pelos de punta.
La distribución de los episodios puede resultar algo confusa, ya que los casos de las niñas desaparecidas se tratan en los episodios 1 y 3, mientras que en el segundo se plantea el caso del destripador, lo cual puede llevar a olvidar algunos detalles importantes del primer episodio cuando veamos el tercero. A pesar de ello, también debe decirse que al final del segundo nos aclaran algunos hechos del primero, y que el tercero termina de ligar todos los cabos sueltos gracias a unos cuantos flashbacks, de modo que al final los tres episodios quedan perfectamente interconectados.
Una vez más, y como ya viene siendo habitual con las producciones inglesas, nos encontramos ante un producto de una factura impecable, con una ambientación perfecta (que nos muestra el típico paisaje inglés lluvioso y gris, que aumenta todavía más la sordidez del argumento), unos actores increíbles y unos guiones que no nos dejarán apartar los ojos de la pantalla en ningún momento. Parece ser que Ridley Scott ha adquirido los derechos para hacer un remake norteamericano. Habrá que ver el resultado, pero francamente dudo que supere al original.
Tony Soprano colabora en culturaencadena y además tiene su propio blog sobre series (en catalán): https://seriegem.blogspot.com/