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Nunca me han gustado las series de detectives 'super-sagaces' puesto que, a parte de que no me los creo, y de que algunos me caen incluso mal (muy mal en casos como el de Jessica Fletcher), no soporto el 'efecto concurso' que se establece con el espectador durante el capítulo y, sobretodo, detesto que, en un sospechosamente inspirado minuto final, el detective en cuestión haga su monólogo acerca del culpable, narrando todo lo que hizo el culpable a la víctima, cuando durante la hora anterior el hilo del guión no nos llevaba por ahí.
Pero con Colombo (Columbo), interpretado por el recién desaparecido Peter Falk, y motivo de este artículo y del fondo de pantalla que acompañará en las próximas horas todas las páginas de CEC, no sucedía lo mismo...
Para empezar, cuando él aparecía, el espectador ya conocía la identidad del asesino, con lo cual nos ahorrábamos el concurso de una hora a la que nos sometían algunos otros escritores y guionistas. Colombo era, ha sido, es y será el más creíble de los detectives. Sus investigaciones eran de una lógica cartesiana, perfecta, estaban muy bien montadas, y a mi personalmente, me emocionaba su personaje.
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No era elegante al vestir ni falta que le hacía, no necesitaba llevar pistola e iba con un coche totalmente en ruinas e iba con un purito en los labios y compró su gabardina en un día de rebajas que llovía, elementos impensables en una serie de éxito de hoy en día. Cuando los creadores de la serie pensaron en cómo sería el detective Colombo, para nada pensaron en un tipo desaliñado, pero fue el propio Peter Falk el que impuso ir de esta manera por el mundo televisivo y detectivesco, algo también impensable en nuestra era actual post-moderna. Y precisamente, la construcción del personaje es lo que contribuyó al éxito masivo de la serie.
Todos los que le hemos disfrutado, recordamos su inteligencia (el gran valor que en realidad defendía la serie), su mirada inteligente, ese ojo de cristal (fruto de un cáncer en su infancia real), sus interrogatorios, en algunos capítulos, sublimes, y completamente superiores a los que hoy podemos ver en algunas series detectivescas donde los personajes son, en apariencia, de lo más cool. Era convincente y duro, a la par que entrañable por aquella ironía finísima, para aquellos que lo íbamos conociendo, episodio tras episodio: ese estilo de trabajar, que podía parecer algo despreocupado en algunos momentos, ese "que no me estresen que ya te lo arreglaré" que nos comunicaba, son únicos en la historia de la televisión, así como auténticos. Todo un antihéroe, un detective incisivo pero excéntrico, entre Sherlock Holmes y Phillip Marlowe, que además entretenía. Yo no me perdía ni uno.
Era un personaje construído con toda la 'putería' posible: ese aire despistado, ese parecer que no estaba realmente ahí, creaba una posibilidad de "este no me va a pillar", y sin embargo, nunca fallaba. Esto tiene diversas lecturas e infinidad de matices, pero a nivel de producción televisiva, debemos reconocerle unas grandes intenciones. Mención a parte para la mujer, sobre la que hay mil teorías, pero cuya lectura más importante era la de que, sin verla nunca, se convirtió en un personaje más que, de alguna manera, seguía demostrando lo que estamos defendiendo: esta era una serie hecha con sentido, nada de improvisación, y mucha inteligencia.
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Siempre hablamos de lo importante que es ver las series en versión original. Este es otro de los casos en que queda demostrado, pues este gran actor, Peter Falk, era conocidísimo en los USA por la forma en que arrastraba las "L"s, mientras que aquí se le conocía por tener una voz ronca que, como habréis comprobado, NADA tenía que ver con la original.
EN los USA, este pasado fin de semana, esta fue una noticia de gran magnitud. Aquí en España se ha comentado el tema en diversos medios, pero para nada tiene una influencia tan grande entre nosotros. Algunas de las noticias que hemos visto durante estos días han sido para cubrir el expediente, y para nada homenajes sentidos. Como siempre hacemos, una vez pasada la fiebre de publicar sobre "el último famoso fallecido", intentamos en CEC hacerle un homenaje que, como mínimo, es sentido.
Peter Falk sufrió de algunas de las discriminaciones que tantos seres humanos han tenido que sufrir por tener un "defecto" físico: hablamos de ese ojo de cristal, fruto de un cáncer cuando era niño.
No se le admitió en la CIA y, por supuesto, fue uno de esos actores a los que les cayó esa frase de "tú no llegarás a ningún lugar en el campo artístico" cuando se dedicaba a hacer teatro, en sus inicios. Una vez más, la advertencia del 'sabio tonto' de turno, no tuvo efectos prácticos.
Cover of Husbands (Extended Cut)
Entre su filmografía más destacada, queremos destacar dos películas que además recomendamos, "Husbands" y "Una mujer ofuscada" (con su amigo John Cassavetes) y por supuesto, su intervención en la magnífica "El cielo sobre Berlín" (consultar reseña de la película en CEC) donde se interpretó a sí mismo. Tenía una formación de actor muy sólida y trabajada, habiendo representado en teatro algunas obras como Moliére.
Su carrera fue decreciendo en la última década, tanto en la televisión como el cine como en el teatro, y por supuesto esto tuvo un alto precio en su estado de ánimo y en su manera de afrontar la vida. No entraremos en más detalles sobre la recta final de su vida y finalmente su muerte, que hoy queremos dejar claro, con estas líneas, que sentimos mucho.
Desde aquí, nuestro más sincero homenaje, hecho unos días después, como siempre hacemos, para dejar pasar el aluvión de artículos de compromiso que se escriben en la red.