“La humanidad está sobrevalorada”
(Dr. Gregory House)
¿Qué preferís, un médico que os coja la mano mientras os morís u otro que os ignore mientras mejoráis? Esta misma pregunta le formula el Dr. Gregory House (Hugh Laurie) a un paciente, y nos sirve perfectamente de presentación para un personaje como hemos visto pocos en televisión. El doctor en cuestión es un tipo irreverente, políticamente incorrecto, egocéntrico, maleducado, antisocial, desconfiado... pero un genio absoluto en su profesión. Como diagnosticador no tiene rival, y además le encantan los desafíos médicos que se le presentan (complicadísimos siempre: no esperéis ver nunca a nadie con una simple gripe). De hecho, podría decirse que le interesa mucho más la enfermedad que los pacientes, a los cuales evita siempre que puede porque está convencido de que siempre mienten sobre sus síntomas. Él, por su parte, hace años que sufre dolores terribles en la pierna derecha por un error médico que provocó que tuvieran que extirparle el cuadriceps; para ir tirando consume calmantes de manera indiscriminada y se ayuda de un bastón para andar. Este dolor físico constante no ayuda demasiado a mejorarle su eterno mal humor.
Inevitablemente, esta personalidad tan especial hace que el personaje se gane tantas simpatías como odios. Te cura, pero te insulta. Le romperías la cara, pero no puedes dejar de admirarlo porque es capaz de realizar diagnósticos que nadie más puede hacer. Lo denunciarías por las cosas que te dice, pero quizás sea el único que será capaz de encontrar una cura para tu hijo moribundo. Nos fascina y nos repugna al mismo tiempo. Es un genio, y como todos los genios es y será siempre un solitario. ¿Cuántos capítulos hemos visto terminar con una imagen suya, solo en casa una vez finalizada la jornada?
Su genialidad no sólo deriva de su infalible instinto, sino también de su capacidad de deducción, lo cual provoca que a menudo siga métodos casi más propios de un detective que de un médico. De hecho, es bastante habitual que envíe a alguno de sus ayudantes a casa del paciente para investigar las posibles causas de su enfermedad. David Shore (el creador de la serie) ha admitido que el personaje de House está inspirado en Sherlock Holmes, especialmente en lo que se refiere al consumo de drogas y al deseo (y capacidad) de resolver lo que parece imposible. No deja de ser curioso que Sir Arthur Conan Doyle, el creador del personaje de Sherlock Holmes, se basara a su vez en un tal Dr. Bell, al cual conoció mientras estudiaba medicina y cuya especialidad era... ¡el diagnóstico! Aquí hemos de reconocer el mérito de los guionistas, porque cuadrar los parecidos entre la medicina y la investigación detectivesca no es fácil, y lo han resuelto de manera magistral con la ayuda de médicos y especialistas que ejercen como asesores de la serie.
House no está solo en su búsqueda inacabable de rarezas médicas. Cuenta con un equipo de colaboradores formado por el Dr. Eric Foreman (Omar Epps), la Dra. Allison Cameron (Jennifer Morrison) y el Dr. Robert Chase (Jesse Spencer). Siempre les pide su opinión pero casi nunca la tiene en cuenta, y pobres si se equivocan porque serán objeto de sus sarcásticas burlas. Dejando a un lado los criterios médicos, House no pierde ninguna oportunidad para meterse también en aspectos personales; por ejemplo, no deja de recordarle a Foreman su origen humilde, su raza negra y sus antecedentes delictivos (si alguna vez deben ir a investigar a casa del paciente siempre le manda a él porque “ya está acostumbrado a entrar en las casas”); no tiene ningún problema en decirle a Cameron que la fichó sencillamente porque está buena, y se burla de su extrema sensibilidad por el sufrimiento ajeno; y por lo que respecta a Chase, no para de decirle que es un guaperas pijo y con dinero, pero sin demasiados conocimientos médicos. No desvelaré nada más porque va en contra de mis principios, pero lo que sí puedo decir es que la paciencia de estos personajes tiene un límite; si llegáis a la cuarta temporada sabréis de qué estoy hablando...
Otros secundarios destacables son Robert Sean Leonard en el papel del (teóricamente) mejor amigo de House, el Dr. James Wilson, jefe de oncología del hospital y una persona muy amable y sensible con los graves casos que debe afrontar diariamente. Su amistad con House no le impide ser objeto frecuente de los dardos envenenados del doctor cojo, pero su paciencia y bondad hace que le aguante todo lo que se puede aguantar y un poco más. Nunca se nos ha contado de dónde proviene su amistad; por Internet circulan teorías que apuntan a una cierta atracción homosexual entre ambos, aunque yo no me lo creo: House ha dado muestras sobradas a lo largo de la serie de sus preferencias, especialmente cuando tiene delante a la Dra. Lisa Cuddy (interpretada por Lisa Edelstein), que además es la directora del hospital. La relación de Cuddy y House transpira atracción y magnetismo por los cuatro costados y parecería que ambos están deseando caer en brazos del otro, pero yo creo que en realidad su relación (o aventura) forma parte del pasado y que las miradas y comentarios que se dedican, en realidad, están más nutridos por los recuerdos que por las perspectivas de una futura pasión. En cualquier caso, la Dra. Cuddy es el único personaje de la serie capaz de mantener un poco controlado al doctor, e incluso de hacerle mostrar unos ciertos sentimientos humanos; vigila que no tome demasiada Vicodina, le perdona el cinismo y las salidas de tono (incluso cuando ponen en peligro la economía del hospital por las denuncias de los pacientes), pero a veces también lo castiga haciéndole realizar visitas (lo cual es terrible para él, ya que como hemos dicho no soporta el contacto con los pacientes).
Aunque los secundarios tienen su importancia, es indudable que el protagonista casi absoluto de la serie es Hugh Laurie. Curiosamente este actor siempre había destacado en papeles cómicos (como el inolvidable príncipe estúpido de Black Adder, por ejemplo), pero ha sido un papel dramático el que le ha dado fama mundial. Es difícil a partir de ahora imaginarse a Laurie en otro papel que no sea el del Dr. House. Existen actores que sencillamente parecen haber nacido para hacer un papel, y este es uno de estos casos. Eso no se compra ni se vende, y los productores de una serie no lo pueden controlar; sencillamente, a veces, ocurre. Como curiosidad podemos decir que durante el casting, uno de los productores (Bryan Singer) exclamó “Veis, esto es lo que quiero: un americano”, sin tener ni idea de que en realidad Hugh Laurie es británico. Parece ser que disimula muy bien el acento de las islas...
Este aspecto, no obstante, también tiene su contrapunto negativo. El personaje interpretado por Laurie es tan carismático y absorbente que el desarrollo de los secundarios es más bien pobre. ¿Qué sabemos de Cameron, si no es que se preocupa mucho por los demás? ¿Y de Chase? ¿Y de Cuddy, aparte que es una solterona empedernida buscando amor y que desea ser madre? Cuatro temporadas enteras (la quinta finalizó el 11 de mayo en EE.UU.), deberían haber servido de sobras para haber conocido mucho más al resto de los protagonistas. Todo está demasiado centrado en el personaje de House, y personalmente me parece que lo están quemando hasta el punto de que corre el peligro de convertirse en una parodia de sí mismo. El mal genio y la ironía del doctor, que al principio sorprenden y divierten y que sin duda son uno de los principales atractivos de la serie, han dejado de ser originales. A nadie le extraña ya que mande a la mierda a un paciente o a sus compañeros de trabajo, cosa que al principio sorprendía porque en las series de médicos no estábamos acostumbrados a ver este comportamiento.
En este mismo sentido, también creo que debe decirse que a medida que han ido pasando las temporadas la serie ha perdido buena parte de su originalidad inicial, y para mi gusto se está volviendo excesivamente repetitiva. Todos los capítulos tienen la misma estructura narrativa: ir dando vueltas sobre las posibles causas de los males de los pacientes, hasta que cuando faltan 2-3 minutos para el final, House (siempre él) se ilumina con la cosa menos pensada y encuentra la solución que se le ha resistido los 37 minutos anteriores. Que yo recuerde, en cuatro temporadas sólo ha habido un episodio donde la solución al problema no la ha encontrado House...
A pesar de ello, creo que cualquier aficionado a las buenas series debería ver como mínimo la primera temporada (cuyo penúltimo episodio, Three Stories, está considerado por muchos expertos como el mejor guión de la historia de la televisión), porque no puede negarse que se trata de una producción trabajada, muy bien interpretada, con unos casos médicos meticulosamente documentados (a menudo basados en hechos reales), y además ha roto moldes en lo que respecta a las series de médicos, cada vez más abundantes y demasiado parecidas entre sí. A partir de aquí, que sigáis mirándola o no dependerá de vuestra tolerancia con la repetición de un mismo esquema argumental, pero sin duda este genio malhumorado se merece que le deis una oportunidad.