Suits (TV series) (Photo credit: Wikipedia)
A lo largo de la historia de la televisión, han sido muchos los abogados que nos han hecho disfrutar de buenos momentos en la pequeña pantalla.
Fue en la década de los 80 cuando aparecieron ficciones de la talla de La Ley de los Ángeles, Matlock y Juzgado de Guardia que intentaban igualar el éxito de la clásica Perry Mason, en los 90 aparecieron Ley y Orden y Ally McBeal, junto a su spin off El Abogado, y fue con el cambio de milenio cuando vivieron todo su esplendor con Boston Legal, Shark, El guardian y la más reciente, Daños y perjuicios.
Sin embargo, en la actualidad sólo contamos con tres ficciones del género, que sin duda saben recompensar con creces que la abogacía no esté tan en boga como antaño. Mientras que Franklin y Bass utilizan unos métodos algo inapropiados para defender a sus clientes, el éxito de The Good Wife reside en un hilo argumental muy bien tejido, donde se mezcla el día a día del despacho de abogados, con los tejemanejes de la política judicial y la vida personal de los protagonistas.
Pero si me lo permitís, quiero dedicar este post a Suits, cuya clave del éxito es la gran química existente entre sus protagonistas y unos diálogos que nada tienen que envidiar a los grandes clásicos como Los hermanos Marx y las comedias de Billy Wilder, siempre adaptadas a nuestros tiempos, claro está. Es por eso que ha conseguido deshacerse del tópico de que segundas partes nunca fueron buenas, y que consiguiese la renovación por una tercera entrega, cuyo rodaje comenzó la semana pasada.
La ficción nos muestra el día a día del bufete Pearson Hardman y se centra en la relación de Mike Ross, un mensajero con memoria eidética, que por razones del destino acaba siendo entrevistado por Harvey Specter, uno de los mejores abogados de Nueva York que busca un ayudante. Pronto se darán cuenta que ambos se necesitan el uno al otro y juntos tendrán que guardar bastantes secretos, como que Mike no es licenciado en Derecho, lo que les unirá más.
La pareja protagonista está interpretada por Gabriel Match (The Spirit) y Patick J. Adams (Luck), dos actores casi desconocidos que saben apoyarse en los magníficos secundarios que les rodean, como Rick Hoffman (Samantha ¿who?), que interpreta al archienemigo de Harvey, y Sarah Rafferty (Cinco hermanos), la fiel secretaria con un humor algo sarcástico.
En su segunda entrega el hilo narrativo se ha centrado en el regreso de uno de los socios fundadores, Daniel Hardman (David Costabile), quien no ha traído más que problemas y ha hecho tambalearse el despacho de abogados. Esta temporada también nos ha acercado a la vida de los personajes, dejando a un lado en ocasiones los casos que llevan, y acercándonos especialmente al pasado de Mike y Harvey, que explican las actitudes de los dos letrados.
Claro está que Suits ha ido evolucionando desde su inicio, alejándose de convertirse en una serie procedimental más y, tanto los giros argumentales como su diferente visión del derecho, hacen que sean muchos los seguidores de este drama legal que buscan historias distintas y bien hechas.
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