Queridos lectores de CeC, tal como os prometimos, CeC acudió al espectáculo de Battaglia y Vallone, en el bar Tinta Roja de Barcelona el pasado día 01 de Junio y aquí tenéis la crítica del evento.
He de decir, para empezar, que quedamos gratamente sorprendidos por la calidad de la guitarra de Gustavo Battaglia y por la voz de Gabriel Vallone, a quienes tan solo habíamos visto en videos por internet. En directo, os lo puedo asegurar, son aún mejores. Os dejo que un repaso al repertorio que pudimos disfrutar en la actuación y con las impresiones y conclusiones que pudimos extraer de tan maravillosa velada...
Como presentación de Vallone, y excusa perfecta para crear una complicidad muy natural con el público, el primer tema que interpretaron fue una milonga llamada Ni más ni menos, del cantor Félix Dardo Palorma. Según Vallone (y le creo, después de haberlo tratado durante una entrevista), es un tema que cuadra en más de un punto con su propia personalidad. Su interpretación fue fantástica y ya auguraba una buena ración de tangos para los presentes en la Tinta Roja. Con el segundo tema, usado como presentación de Battaglia, Ventarrón, ya nos dejaron claro ambos artistas que esto no iba a ser un simple recital de tangos típicos al uso. La fuerza desplegada en su cantar y en su guitarra de Ventarrón, provocó que más de uno y más de dos estuviésemos babeando sólo con pensar en lo que podía venir después. Y así fue. Si Ventarrón fue un alarde de fuerza, la sutileza de Los cosos de al lao nos dió el contrapunto perfecto al más puro estilo del maestro Goyeneche.
Continuamos con un clasicazo de esos que no pueden faltar en un buen espectáculo tanguero: Melodía de arrabal. Popularizada por el gran Gardel, hizo las delicias de los menos instruidos en el mundo del tango, así como de los más conocedores, cantando todos al unísono con Vallone, acompañados por el buen hacer de Battaglia en la guitarra. Fue uno de los momentos más reseñables de la actuación.
Siguió la cosa con Bien de abajo, un tango de Arturo Penón, en una interpretación brutal del cantor, que nos estaba regalando todo un recital de fuerza en su voz y su carácter, para luego continuar con la pasión desbordada en su interpretación de Flor de Lino, un vals que cantara Floreal Ruiz con la orquesta de Aníbal Troilo y que hizo suspirar a más de una mujer en la sala (incluída la mía). Desde luego, nadie como un cantor de tangos para conseguirlo.
Después vinieron las verdades de Eladia Blázquez con su Argentina primer mundo, una sátira sobre la mentira que le vendieron a los argentinos de que ya eran primer mundo. Tango y letra, por otro lado, que bien se puede aplicar, como dijo Vallone en la entrevista que ya publicamos en CeC, a España, a pesar de la distancia geográfica y temporal.
Al acabar el homenaje a Eladia Blázquez, ByV nos regalaron un tango que tenía todo que ver con el lugar del espectáculo. Tinta Roja nos llevó a la melancolía de una tierra lejana y a una añoranza que engrandece el alma de quien lo escucha. Melancolía que se ve reflejada en cada uno de los cuadros y fotografías de la sala con el mismo nombre.
Habíamos traspasado ya el ecuador de la actuación, pero ni mucho menos estaba todo dicho. Llegó lo mejor de la noche. Sin esperarlo, Vallone agradeció a todos los que le precedieron en el tango y en especial a un grande del tango en nuestra ciudad, Barcelona, al que yo, personalmente, no había visto entrar en la sala. Se trataba de Fernando Ríos Palacio, cantor insigne, como digo, de la Ciudad Condal, que lleva más de cuarenta años regalando los oídos de los catalanes con su característco estilo y con su personalidad amable y decidida en el cante. Vallone y el maestro Fernando Ríos se arrancaron en un dueto improvisado con El día que me quieras, en el que la sala enmudeció, a sabiendas de que estaba presenciando un momento único. Fue un éxtasis inconmensurable que tuvimos la dicha de vivir en primera persona como espectadores. Lo clásico y lo nuevo del tango porteño-barcelonés unidos para deleite de una parroquia que se destrozó las manos aplaudiendo. Sencillamente sublime.
Seguimos con Chiquilín de Bachín y su triste melodía. Con una guitarra tan desgarradora que te acuchillaba el alma, fue inevitable sentir una lástima profunda en lo más hondo del ser, tal fue la calidad de la interpretación.
Pasado Chiquilín de Bachín, nos llevaron a la melancolía y a los sentimientos encontrados de Volver, tango que, aunque aflamencado, volvió a poner de moda la gran Estrella Morente para la película homónima de Almodóvar, pero que fue un gusto para el oído poder escucharla en vivo y en su acento original.
Continuamos con Afiches y su despojado de todo rencor, para seguir con Desencuentro, donde Battaglia, con su habilidad, consigue hacer de la canción una tremenda alegría de estar ahí en ese momento.
Para acabar el repertorio planificado nos deleitaron con otro clásico de esos que todo el mundo conoce: Uno. La había oido muchas veces antes, sobretodo en boca de Gardel, pero eso no la hizo menos especial. Con ella, se puso el broche de oro a todo un recital de talento y trabajo duro por parte de Battaglia y Vallone, donde hicieron sentir a la audiencia más que satisfecha por haber hecho un hueco para asistir a la cita.
Pero no iba a quedar así, ya que todos queríamos más y ellos nos lo iban a dar. Y así nos regalaron dos temas más: Siempre se vuelve a Buenos Aires y Balada para un loco, donde nos dejaron entrever a quienes no conocemos la ciudad, un Buenos Aires a través de dos canciones tremendamente descriptivas.
Y acabó. Como todo lo bueno, la función acabó y nos dejó con un sabor de boca dulce por el tiempo bien invertido y la sorpresa de una noche mágica, pero con ese regusto amargo que siempre te deja el tango, porque, aunque no entiendas muy bien el motivo, sabes que algo te ha rozado por dentro, desajustando (o ajustando, según se mire) un "nosequé", que no te deja indiferente.
¿Queréis un consejo? Estad atentos a CeC, ya que os iremos informando de las futuras actuaciones de Battaglia y Vallone, y haced un hueco, tomaros una tarde libre para disfrutar de un espectáculo único en nuestra ciudad y acudir con la mente abierta y el corazón dispuesto para el goce. No os arrepentiréis, os lo aseguro.
Gracias a todos por la atención y un saludo.