La obra Luces de Bohemia, que estará en el cartel del Teatre Goya Codorniu de Barcelona hasta final de este mes de junio, se antoja una obra de teatro clásico imprescindible. Poner en escena el esperpento de Valle Inclán es siempre un reto, y en este caso, Teatro del Temple lo supera con creces.
La obra se mantiene fiel al texto clásico en su mayor parte que, conjuntamente con una sobria pero adecuada contextualización mediante el atrezzo y demás elementos de la esencia teatral en los que nos detendremos en esta misma reseña, sumergen al espectador rápidamente en el Madrid de los años 20.
La caracterización de los personajes está muy bien conseguida y la puesta en escena con pocos artificios pero eficientes elementos, parece más que acertada. Especialmente destacable en ese aspecto es el uso de los 4 paneles móviles para crear los diferentes espacios donde la acción se produce. No sólo los espacios se hacen creíbles, sino también reconocibles cuando la acción vuelve a ellos con posterioridad. En ese sentido, las transiciones también están muy conseguidas y perfectamente coreografiadas y sincronizadas con el movimiento de esos paneles.
A lo que a la actuación se refiere, uno de los mayores méritos es que los personajes esperpénticos, y por tanto expansivos, que pueden tender a la exageración, en este caso, no caen en ese defecto. A pesar de ser personajes desdibujados en algún momento, nunca se llega a la caricaturización ni a la sobreactuación, lo que permite disfrutar del texto y las palabras de Valle Inclán que, usando una lírica muy personal, es capaz de soltar grandes reflexiones e ideas a través de un personaje balbuceante por los efectos del alcohol.
También destacar a los 6 actores y 2 actrices que en esta obra nos presentan a casi 60 personajes, todos ellos dibujados independientemente, o cómo mínimo perfilados, lo que permite una fluidez entendible a la obra. En todos esos casos, y aprovechándose la acertada ambientación escénica anteriormente mencionada, esos personajes son claramente reconocibles, hecho altamente valorable en una obra de tal complejidad literaria y con tantos cambios.
Respecto a la fluidez de los actores en escena, no sólo estamos ante una gran labor artística, sino que también se notan los años que llevan trabajando juntos en este exitoso proyecto: muchas tablas. También es significativa la capacidad de estos actores de hacer llegar al público la lírica esperpéntica de Valle Inclán, pues el texto no es baladí y su puesta en escena clásica mediante personajes con diferentes grados de embriaguez y variados acentos, es otro reto superado con éxito en este caso.
Luces de Bohemia requerirá del espectador un nivel alto de atención y concentración, pues ni el texto, ni su presentación escénica ni la cantidad y complejidad de los personajes son elementos de disfrute pasivo. La propuesta tiene muchos valores positivos en la inmersión del espectador en ese Madrid decadente -y a su vez bello- de los años 20, pero no es una obra para todos los paladares. Las concesiones al público mediante guiños al espectador o humor innecesario son inexistentes, pues uno de los mayores aciertos de la obra es no salirse de ese abstracto esperpéntico hábilmente dibujado. Para el buen espectador interesado en el teatro de texto, es sin duda una gran obra para disfrutar.
En algunos párrafos anteriores ya he mencionado muchas virtudes de esta obra, de las que hay que reconocer el mérito del director Carlos Martín, que como buen dramaturgo es capaz de poner en escena muchos elementos de riesgo con equilibrio de malabarista. Su trabajo y el de los actores, sin ser sublime, es muy estimable, ya que son capaces de dejar el protagonismo a las palabras, a menudo por encima de sus personajes. La puesta en escena es, en consecuencia, una sólida aplicación del esperpento, con una deformación matemática de los personajes y la realidad, lo suficiente como para disfrutar del absurdo que conlleva, pero conservando esa fina línea con la realidad que proporciona, a quién lo desee, ideas y reflexiones con su propia carga de profundidad.
Catalan actor: Josep Maria Pou in Barcelona Español: Actor catalán: Josep Maria Pou (Queco Novell) en Barcelona (Photo credit: Wikipedia)
Finalmente destacar también el papel del Teatre Goya Codorniu y de su director artístico, Josep Maria Pou, que en esta nueva época se caracteriza por la calidad, manteniendo la personalidad de un teatro histórico que en el pasado se vio casi abocado a la desaparición. En un momento en que abunda el teatro comercial, de humor fácil y de rebeldía superficial, recuperar textos clásicos con fuertes cargas ideológicas, así como cierto riesgo en sus producciones merece sin duda nuestro aplauso.
Luces de Bohemia estará en cartel en el Teatre Goya Codorniu hasta el 22 de junio, una gran oportunidad para muchos para descubrir (o redescubrir) uno de los grandes clásicos de la literatura castellana del siglo XX, en la que el Esperpento de Valle Inclán se abre paso hasta convertirse en estilo.