Que Bates Motel es una maravilla no es algo que le pille a nadie de sorpresa.
La 4ª temporada y su resolución bien podrían pasar a los archivos históricos de los giros de guión, pues si en algún momento habíamos pensado que la serie estaba perdiendo el rumbo del clásico de Hitchcock (no por ello perdía interés), en estos diez nuevos episodios vemos a Norman en plena metamorfosis hacia el personaje de Perkins, completamente desquiciado y apartado de la realidad.
Un ejemplo caro de serie maltratada en la que Vera Farmiga, ya con el control absoluto de la situación, campa a sus anchas como si fuera su propia historia la que están contando.
Todo se encauza a la vez que todo se descontrola. Desde Norman pasando por la institución mental hasta Romero perdiendo el control de la situación que tan bien ha sabido llevar en los últimos años. Quizá el único que sale bien parado sea Dylan, que aún dejando atrás a su familia, sabe que es tan tóxica que acabará salpicándole antes de darse cuenta.
Toda una historia alrededor de un personaje tan mítico como enigmático que pese a adaptarse a la era tecnológica del siglo XXI, es tan reconocible como en el film de 1960, aunque, y que los más puretas me perdonen, Freddie Highmore da bastante mal rollo que el gran Anthony Perkins.
Habrá que esperar a la 5ª temporada para ver como estos genios dejan la historia bien preparada para la llegada de Janet Leigh.