Imaginaros que un buen día os atrapa una tormenta en medio de la calle y de pronto os cae encima un rayo. Pasado el primer susto, os dais cuenta sorprendidos de que no sólo no os ha matado, sino que además resulta que habéis adquirido una capacidad especial que antes no teníais: haceros invisibles, escuchar los pensamientos de la gente, hacer retroceder el tiempo... o quizás tenéis un nuevo poder pero todavía no lo sabéis.
Pues eso es lo que les pasa a los protagonistas de Misfits, cinco jóvenes problemáticos e inadaptados sociales (ésta vendría a ser la traducción aproximada de misfit) que de pronto se ven dotados de unas habilidades que nunca habían sospechado que tendrían. La serie es una curiosa mezcla de géneros, ya que además de la ciencia ficción también tenemos grandes dosis de humor, algunas gotas de drama, pequeñas historias de amor e incluso también elementos clásicos del género de terror. Resulta muy difícil combinar todos estos elementos y que la cosa funcione, pero la verdad es que la serie lo consigue.
Cada uno de los cinco protagonistas tiene una personalidad muy marcada, son muy distintos entre sí y su relación a menudo es problemática, aunque se ven obligados a permanecer juntos porque justo después de la tormenta cometen un asesinato (en defensa propia, eso sí) y las consecuencias los perseguirán durante buena parte de la temporada.
La serie, además, también explica las consecuencias psicológicas y los problemas morales de los nuevos superhéroes, del hecho de disponer de una nueva habilidad que no esperaban ni han pedido, y que además les cuesta mucho controlar (de hecho, muy a menudo no la controlan). Este descontrol hace que de momento todavía no sepamos si utilizarán sus poderes para hacer el bien o justamente para lo contrario; deberemos esperar a la segunda temporada para saberlo.
El único aspecto que me ha parecido un poco incoherente de esta primera temporada es el episodio final, ya que no encaja con la línea argumental que habían seguido los cinco primeros episodios y nos explica una historia completamente diferente, salida de la nada, y que rompe un poco la sensación de coherencia que mostraba hasta ese momento. Eso sí, nos sirve para descubrir (¡por fin!) cuál es el único poder escondido que todavía no conocíamos de uno de los protagonistas, y nos deja con ganas de ver cómo lo resolverán en la segunda temporada.
Otro aspecto destacado de la serie es los pequeños homenajes que podemos ver de vez en cuando. Por ejemplo, la escena del último episodio donde los miembros de la secta rodean a Nathan mientras caminan lentamente hacia él nos recuerda mucho a las típicas películas de zombis, igual que la transformación que sufre el supervisor de los chicos después de la tormenta; por otra parte, el cierre de la temporada nos trae a la memoria el sensacional episodio Final Escape de Alfred Hitchcock presenta (que a la vez está inspirado en el cuento El entierro prematuro de Edgar Allan Poe); también tenemos un guiño a las geniales escenas de la bolera de la película El gran Lebowski, etcétera etcétera.
En resumen, una propuesta original, fresca, atrevida y enormemente entretenida, y que se puede consumir en menos que canta un gallo porque (como muchas otras series inglesas, en este caso del Channel 4) sólo son seis episodios de tres cuartos de hora de duración. ¡Disfrutadla!