'El Problema Final' es la prueba de la plena forma de un tándem que ha optado por humanizar a su protagonista a favor de una leyenda que, pese a alejarse de la literatura, es absolutamente reconocible en sus aventuras.
Si este es el final de la serie, podemos darnos por satisfechos. Si en algún otro cierre de temporada quedó un atisbo de duda o esperanza en encontrar más aventuras de estos dos locos geniales, 'El Problema Final' nos deja con la boca abierta, pues su precipitación hacia el olvido, es planteable, quizá en parte a la apretada agenda de Cumberbatch o al desgaste psicológico que significa rodar tres episodios de 90 minutos llenos de giros, tensión, y un montón de trampas a cada cual más inteligente.
Lo cierto es que este último rompecabezas es una genialidad que vuelve a reunir los mejores ingredientes que hicieron grande a Sherlock, desde su humor hasta su caos, con un Watson erigiéndose sobre Holmes cuando ya no puede llevar solo todo el peso del drama.
Si en el primer episodio denunciábamos el claro desgaste de una saga que anunciaba su muerte, el "in crescendo" de los siguientes episodios y el desenlace de 'El Problema Final' es la prueba de la plena forma de un tándem que ha optado por humanizar a su protagonista a favor de una leyenda que, pese a alejarse de la literatura, es absolutamente reconocible en sus aventuras.
Ahora que los Holmes parecen duplicarse, el entusiasmo es mayor aún a la hora de intentar seguir a tanto ser extraordinario.
Holmes ya no está sólo y no volverá a estarlo. ¿Volveremos pronto al 221b de Baker Street?
Como todo lo bueno si es breve, es doblemente bueno, nos queda la revisión de las cuatro temporadas para ir añadiendo detalles que en una primera vision se nos escaparon (y hay muchos). Un abrazo