Image by Camon Alicante via Flickr
La excusa para emitirla son los Goya del próximo domingo (esta película ganó 3 y se quedaron cortos), pero queremos alejarnos de esto para recomendárosla enérgicamente, si no podéis verla esta noche, en cualquier momento.
Jaime Rosales, el director de este destacadísimo filme, es un explorador. Y eso, por sí solo, ya nos gusta. "La soledad" es la historia de dos mujeres. Una es Adela, que se traslada desde un pequeño pueblo a Madrid, donde inicia una nueva vida junto a su hijto de año y medio. Allí encuentra trabajo y entabla nuevas amistades, hasta que algo sucede... La otra protagonista es Antonia, la propietaria de un pequeño supermercado de barrio, cuya sosegada vida se ve alterada por los problemas de sus hijas.
Como véis, la premisa argumental es pequeña. Sin embargo, consigue una película grande. Muy grande, enorme. Y apartada de todo: del mainstream, pero también del cada vez más apestoso y menos creíble 'indie'. Lejos de muchos impostores del cine auto-denominado independiente, Rosales sigue experimentando con el lenguaje narrativo, y consigue fantásticos resultados.
Todo en la película está cuidado al detalle, incluso la elección de los actores. Pero también se alenta la improvisación, y se da pie a los cambios durante el rodaje. Rosales siempre quiere crear arte, y en esta ocasión lo consiguió, con creces. Más discutible sería su película posterior, "Tiro en la cabeza".
Pero hablemos de las virtudes de la película, sin desvelaros demasiado. Partiendo de lo rutinario, de nuestro día a día como seres humanos e individuos, Rosales consigue un relato que acaba siendo excepcional. Pedimos a los espectadores que se decidan por verla, que lleguen hasta el final. Es entonces cuando comprenderán la grandeza de esta pequeña perla del cine español.
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Una de las técnicas que utiliza en esta película es la polivisión. Se trata de dividir la pantalla en dos mitades iguales. Cada mitad corresponde a un punto de vista diferente sobre una misma escena. A veces se trata de dos ángulos sobre un mismo espacio, y en otras, una visión simultánea sobre dos fragmentos de un espacio escénico más amplio.
Pero que nadie piense que esto es un experimento gratuito, ni una modernez cualquiera para destacar. No, Rosales se lo toma como una aventura o una exploración más, y lo genial es que, en uno de esos dos lados de la pantalla, podemos, a la vez, observar distintas cosas en los personajes. Podemos ver, y solo en una de las dos mitades, cómo un personaje está llorando y no quiere llorar. Lo que alguien quiere decir y no dice. Lo que alguien está sintiendo y no expresa. Así pues, no tan solo tenemos dos escenas que avanzan simultáneas en esta división con la que se experimenta, sino que podemos observar más dualidades y contradicciones de nuestra naturaleza humana, y de nuestras rutinas y hábitos sociales, sentimentales e individuales.
Una mirada múltiple que nos da veracidad, emoción y reflexión, tanto humana como cinéfila. Un regalo del cine español que debería considerarse en su justa medida, y que gustará, digo amará, cualquier buen amante del cine y del verbo aprender como uno de los pocos por los que vale la pena levantarse cada día de la cama.
No encontraréis acción, ni grandes efectos, esto no es un "Avatar", pero sí una gran pequeña revolución y un experimento que le salió redondo a Rosales, por más que lo único que se valore en los tiempos que corren, es esconderse en unas gafas 3D. Muy lejos de esos gustos, a uno le sigue llenando que en un filme me estén hablando de aquellas cosas que siempre nos hemos planteado en nuestra vida diaria, aquellos temas que nos importan y acompañan desde el primer día, tales como la misma soledad, aunque en la bolsa de la modernez coticen, cada vez más, a la baja. Y que lo haga, además, desde una polivisión que para mí, como digo, trasciende esta forma de partir la pantalla en dos, para multiplicarse y ramificarse en muchas y variadas sutiles divisiones.
Reivindicamos esta película puesto que otras ya se encarga la publicidad de hacerlo. Esta fue una auténtica revolución cinematográfica y emocional, y si tienes la suerte de disfrutarla, es que la publicidad y lo que contínuamente quieren vendernos como lo bueno, aún no ha hecho mella en tí. Felicidades.
PD. Es mejor no comentar más. Disfruta de la experiencia.