'Bright es todo lo que buscas en un film de género y entretenimiento'.
Saber que hay una segunda parte en marcha es todo un regalo de Año Nuevo.
'Bright' no cambiará el genero de polis y tampoco nos descubre nada nuevo, pero lo cierto es que es entretenida a rabiar.
Will Smith y un irreconocible Joel Edgerton se ponen a las ordenes del gamberro de David Ayer para trabajar en el último y despampanante estreno de Netflix.
Un policiaco muy en la línea de Smith al que no le falta acción y humor a raudales en un mundo en el que conviven de mala manera orcos y humanos.
Algo así como una metáfora de la sociedad racista y prepotente en la que vivimos: aunque la denuncia social tampoco es el fin del director, las similitudes con los egos, odios y estupidez humana están ahí, como un Training Day a punto de explotar.
El director tiene muy claro que tipo de buddy movie quiere ofrecer, sin engaños y con toda la testosterona que un fan del género pueda desear.
Todo está en las casis dos horas de duración de Bright; desde la violencia extrema, pasando por los clichés del género hasta llegar al humor más sencillo y zafio que estamos esperando.
Cualquier otra cosa sería engañar a los fans del género y a los que teníamos claro lo que íbamos a ver. No es reproche, ni mucho menos, es el tipo de film que a muchos nos gusta ver y que desde luego, no decae en ningún momento y consigue entretener hasta el final sin que, como muchas otras veces pasa, el metraje se haga excesivamente largo.
Bright es todo lo que buscas en un film de género y entretenimiento. Saber que hay una segunda parte en marcha, es todo un regalo de Año Nuevo.