Para un amante del cine de género, Babadook no es realmente una película al uso. Cierto es que tiene momentos de verdadero acojone, pues los que lo hemos pasado mal alguna vez por la noche sabemos que hay puntos prohibidos en una casa o habitación, ya sea un armario, debajo de la cama, las sombras del pasillo cuando vas al baño o la oscuridad cuando apagas las luces a tu paso camino de la cama...
Quizá ahora mismo estamos algo más curados de espanto gracias a James Wan, pero eso no la exime de 'mal rollera'.
Jennifer Kent sabe esto y lo explota con suma delicadeza cayendo en mil clichés, sí, pero también dotando de vida a unos personajes que, por lo general, suelen estar vacíos de matices.
Lo más inteligente que podía hacer su realizadora, es jugar con el hecho de los monstruos que nos acechan cuando somos niños y los que habitan dentro de nosotros cuando somos mayores, llamémosles soledad, frustración o pérdida por nombrar algunos, y que pueden ser más terroríficos que los que imaginamos debajo de la cama durante nuestra niñez.
Si a esto le sumamos que te pasas las noches en vela dándole vueltas a tu mundo interior mientras ves películas del expresionismo alemán de Robert Wiene o Fritz Lang, al final tu cabeza dará forma a esos miedos y los convertirá en un monstruo con boca y ojos.
Son estos detalles los que te hacen pensar y convierten el resultado final de film en una gran metáfora como pasaba en el libro “Yo Mataré Monstruos Por Ti” de Lyona y Santi Balmes, aunque con algo más de mala leche.
Lo cierto es que la cartelera de este país cada vez anda más pobre en lo que a cine de género se refiere. No apostamos por él y da gusto poder pasarlo mal en una sala y dejar de tirar tanto de descargas de un cine de terror que jamás llegará a nuestras pantallas.